Page 65 - Diálogos
P. 65
Bipolar
Llego de mi trabajo y lo primero que se me viene a
la mente es que mi casa está sucia. No puedo pensar
en otra cosa más que en encerar el piso, pasar el
trapo por las repisas para que queden sin polvo, dejar
el baño brillante, porque, ¿qué tal si vienen visitas?,
¿qué tal si tengo que salir corriendo?, ¿qué tal si me
da un infarto y los vecinos llaman a la policía, fuerzan
la puerta y encuentran mi cuerpo rodeado de un chi-
quero? El sonido del agua caer por el grifo me resulta
tranquilizante y sin pérdida de tiempo lleno una cubeta,
le pongo algo de jabón líquido y armado con trapos
bajo el brazo, comienzo la larga, pero satisfactoria
tarea de fregar. Empiezo con la cómoda frente a mí,
pasando el trapo por entre las tazas y los vasos de
cristal. Uno de ellos tiene una mancha terrible, así
que lo quitó cuidadosamente de su lugar y comienzo
a frotar delicadamente. Esto parece no importarle, ya
que la muy maldita sigue en sus trece. La froto nue-
vamente, ahora con más fuerza, tanta que las yemas
de mis dedos, antes rosados, comienzan a ponerse de
un color amarillo pálido. ¡Maldita mancha, quítate de
una buena vez! Me empiezo a enojar. La estúpida
mancha sigue allí. La friego con tanta fuerza que
siento el cristal crujir entre mis manos. Pienso que, si
se rompe, seguramente me corte y ahí acabará todo,
me desangraré hasta la muerte, dejaré todo chorreado
de sangre y los policías dirán que soy un cerdo. Siento
que la respiración se me empieza a dificultar y las
venas de mi cuello saltan, palpitan a un ritmo cada
vez más acelerado. En este momento, lo único que
pasa por mi mente es que la puta mancha se está
burlando de mí, se ríe la muy maldita, me está
diciendo estúpido y que no puedo con una simple
| 65 |