Page 60 - Diálogos
P. 60
Ojalá quisieras cantar, hermoso cuervo, y así permi-
tirme oír la música de tu canción.
Y aquel cuervo, excitado por tanta alabanza, abrió el
pico y graznó sonoramente, dejando caer en el acto el
trozo de queso, atrapándolo el zorro en el aire, que
era lo que en verdad quería.
-Si tu humildad hubiera sido más grande que tu
vanidad, tendrías aún tu queso -dijo una vieja ardilla,
quien había visto todo desde su hueco en el árbol.
Y el cuervo herido y sin queso, levantó el vuelo.
Y mientras, yo aquí, esperándote. Pero no puedes
verme, porque estas embobada con lo que él te dice.
No soy nada para ti. Me quedo clamando tu nombre
en la tarde, a la luz de un cielo que se quema por
el sol, para que tú, indiferente, te des la vuelta,
dejándome solo con mis pensamientos.
Llamándote zorra por debajo, hasta que la palabra
pierda todo significado.
***
Hoy te eh visto nuevamente. Yo, quien siempre te sigo,
a donde quiera que vayas, por donde quiera que estés.
Acechándote en cada paso que das, aprendiéndome
tus movimientos, amada mía. Caminaste con aquel
quien solo te quiere para usarte. Tomaste su mano,
mientras el, abrazándote, se regodeaba saludando a
alguien más. Y no pude dejar de notar que te disté
cuenta, cerraste los ojos y ahogaste una lágrima. Y,
sin embargo, ahí sigues dándole el culo, vieja puta. Y
no sé qué es lo que te pasa, tal vez sea lo mismo
que en esa vieja fabula, la que da todo por unos
| 60 |