Page 61 - Diálogos
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cuantos halagos, esa que dice así. No, sí sé qué te
           pasa, no puedes dejar a ese hijo de perra, quien te
           maldice tanto que dan ganas de cortarle las cuerdas
           vocales, pero tú, putita mía, parece que te gusta la
           mala  vida.  Aún  recuerdo  la  primera  vez  vi  que  te
           jaloneo del brazo al salir del cine, te encontraste con
           tu amiga Pilar, pero ya ves, él te dijo que era una
           mala  influencia,  y  tú,  sumisa  mujer  mexicana,  solo
           atinaste a decirle que después le hablabas. O aquella
           vez  que  al  comer  te  abstuviste  de  pedir  un  buen
           pedazo de carne y preferiste la ensalada, para guardar
           la  línea  y  estar  bien  buena,  para  que  él  te  deje
           morados los brazos y llagas en el corazón. Mi vida,
           no  te  vayas,  supliqué,  pero  me  dejaste  solo  en  ese
           bar, te diste media vuelta y rompiste mis esperanzas.

           Con sus negros ojos, el cuervo observaba al zorro que
           se hallaba en el suelo. Lo miró saltar una y otra vez,
           tratando de llegar a él, sin conseguirlo cada vez. Pero
           el cuervo callaba, porque sujetaba con fuerza en su
           pico  un  gran  trozo  de  queso.  Así  callas  corazón,
           mientras chupas su pene y él te jala el cabello, callas
           cuando él te dice que debes hacerlo, callas, solo callas.

           Cuando  el  astuto  zorro  comprendió,  por  fin,  que  no
           podría alcanzar el queso del cuervo, trató de obtenerlo
           de algún otro modo. Y no fue difícil para él, te robo
           de mi lado, te llevo allá donde no puedo alcanzarte,
           pero si seguirte.

           -¡Mi querido cuervo! -le dijo suavemente- ¡Oh, her-
           mosura del bosque! ¡Tu fuerza es mayor que la del
           águila, tu vuelo es más bello que el de la golondrina,
           tu reluciente plumaje negro brilla más que el del pavo
           real! ¡Lástima que siendo tú el ave más sublime que
           la naturaleza haya podido crear, no te otorgo una voz
           comparada  a  tu  grandeza!  Lástima  que  no  puedas

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