Page 67 - Diálogos
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Mientras nadie observa
¿En que estás pensando?, me preguntaba ese extraño
que estaba parado junto a mí, mientras esperaba el
tranvía. Y yo no tenía intenciones de escuchar a nadie.
Estaba exhausto y lo único que quería era llegar a
casa, tomar una humeante taza de café en mis manos
y leer mi periódico. Pero este ser me hacía preguntas
tan extrañas. ¿A quién diantres le interesa lo que
pienso?
La cosa a un lado de mí seguía parloteando. Si tanto
quiere hablar, que lo haga con alguien más, yo, aun-
que tengo tiempo muerto, no estoy de humor. Trabajar
diez horas sentado atrás de un escritorio, revisando
pilas interminables de papeles, en una dura silla de
madera corroída y sin más vista que el ir y venir de
la gente, sin una brisa o un rayo de sol, pueden poner
a cualquiera con los nervios de punta, sin ganas,
mucho menos de andar hablando con un desconocido.
Mis pensamientos ocurren a miles de nanosegundos por
mi cabeza, mientras de reojo veía que movía las
manos y la boca, pero era un poco difusa la imagen
ya que era de noche y yo estaba ensimismado, sin si
quiera tratar de enfocar su rostro.
De un momento a otro y sin querer, mis manos to-
maron vida propia y pude ver como golpeaba su infame
cara, mientras que un certero derechazo hacia blanco
justo en las costillas. Sin ponerme a pensar un solo
segundo, mis manos se encerraron en torno a su cuello
y se dieron a la dulce tarea de la asfixia. Apretaban,
a veces fuerte, a veces como si fuera un susurro.
Mientras me dedico de lleno a este dulce placer, ahora
sí capto todos los detalles: Sus ojos empiezan a salirse
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