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CAPITULO  VII
              DE  OTRAS  MUJERES  QUE  GUARDABAN  VIRGINIDAD
                                 Y  DE  LAS  VIUDAS


         DEMÁS  DE  las  vírgenes  que  entraban  en  los  monasterios  de  recogimiento
             a  profesar  perpetua  virginidad  había  muchas  mujeres  de  sangre  real
         que en sus casas vivían en recogimiento  y honestidad, con  voto de  virginidad,
         aunque  no  de  clausura;  porque  no  dejaban  de  salir  a  visitar  las  parientas
         más  cercanas  en  sus  enfermedades  y  partos,  y  ruando  trasquilaban  y ponían
         el  nombre  a  los  primogénitos.  Estas  eran  tenidas  en  grandísima  veneración
         por  su  castidad  y limpieza  y por excelencia  y deidad  las  llamaban  Dello,  que
         era como  nombre  consagrado  en su  idolatría.  Su  castidad  no  era  fingida,  sino
         muy  verdadera,  so  pena de  que  por  embaidora  y  falsaria  en  su  vana  religión
         la  quemaran  viva  o  la  echaran  en  el  lago  de  los  leones  si  pareciera  lo  con-
         trario.  Yo  alcancé  a conocer una  de  éstas  en su  última  vejez  que  no se  había
         casado:  llamábanla  Ocllo,  algunas  veces  visitaba  a  mi  madre  y,  según  en-
         tendí,  era  su  tía,  hermana  de  sus  abuelos.  Teníanla  en  la  veneración  que
         hemos  dicho,  porque  dondequiera  le  daban  el  primer  lugar,  y  soy  testigo
         que  mi  madre  lo  hada  así  con  ella,  tanto  por  ser  tía  como  por  su  edad  y
         honestidad.
             No  es  de  dejar  en  olvido  la  honestidad  de  las  viudas  en  común,  que
         guardaban  gran  dausura  por  todo el  primer  año  de  su  viudez,  y  muy  pocas
         de las  que  no  tenían hijos  se  volvían  a casar,  y las  que  los  teníal1  no  habían
         de  casarse  jamás,  sino  que  vivían  en  continencia.  Por  esta  virtud  eran  muy
          favorecidas  en sus leyes y ordenanzas, pues mandaban  que  se labrasen  primero
         las  tierras  de  las  viudas  que  las  del  curaca  ni  las  del  Inca,  sin  otros  muchos
         privilegios  semejantes  que  les  daban.  Verdad  es  que  también  a  los  indios  se
         les  hacía  de  mal  casarse  con  viuda,  principalmente  si  él  no  era  viudo,  por-
         que  decía  que  aquel  tal  perdía  no  sé  qué  de  su  calidad  en  casar  con  viuda.
         Las  cosas  dichas  son  las  más  notables  que  acerca  de  las  vírgenes  y  de  las
         honestas  y  de las  viudas  se  pueden  decir.





                                     CAPITULO  VIII

             COMO CASABAN EN COMUN Y COMO ASENTABAN LA CASA


         SERÁ  BIEN  tratemos  de la  manera  como  se  casaban  en  todos  los  reinos  y
             provincias sujetas al  Inca.  Es  de  saber que  cada año,  o de dos  a dos  años
         por  tal  tiempo,  mandaba  el  Rey  juntar  todos  los  mozos  y  mozas  casaderas


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