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el  tamaño  del  horado  fue  limitado,  como  lo  dio  el  primer  Inca  Manco  Cápac
          a  sus  primeros  vasallos.
              A  las  demás  naciones  dio  otros  privilegios  de  grandes  favores,  con  que
          todos  quedaron  muy  contentos  y  satisfechos.  Visit6  sus  reinos  por  que  se
          favoreciesen  con  verle,  que,  por  las  maravillas  que  de  él  se  contaban,  era
          deseado  por  todos  ellos.  Y  habiendo  gastado  algunos  años  en  la  visita,  se
          volvió  al  Cuzco,  donde  con  el  parecer  de  los  de  su  Consejo  determinó  con-
          quistar  aquellas  grandes  provincias  que  llaman  Caranca,  Ullaca,  Llipi,  Chi-
          cha,  las  cuales  su  padre  dejó  de  conquistar por  acudir  al  remedio  de  la  mala
          condición  del  hijo,  como  en  su  lugar  dijimos.  Para  lo  cual  mandó  el  Inca
          Viracocha  que  en Collasuyu  y Cuntisuyu  se  apercibiesen  treinta  mil  hombres
          de  guerra  para  el  verano  siguiente.  Eligió  por  capitán  general  uno  de  sus
          hermanos,  llamado  Páhuac  Maita  Inca,  que  quiere  decir  el  que  vuela  Maita
          Inca,  que  fue  ligerísimo  sobre  todos  los  de  su  tiempo,  y  el  don  natural  le
          pusieron  por  sobrenombre.
              Eligió  cuatro  Incas  por  consejeros  del  hermano  y  maeses  de  campo;  sa-
          lieron  del  Cuzco  y  recogieron  de  camino  la  gente  levantada.  Fueron  a  las
          provincias  dichas;  las  dos  de  ellas,  que  son  Chicha  y  Ampara,  adoraban  la
          gran  cordillera  de  la  Sierra  Nevada,  por  su  grandeza  y  hennosura  y  por  los
          ríos  que de  ella  salen  con  que  riegan  sus  campos.  Tuvieron  algunos  reencuen-
          tros  y  batallas,  aunque  de  poco  momento;  porque  más  fue  querer  los  ene-
          migos,  como  belicosos,  tentar  sus  fuerzas  que  hacer  guerra  descubierta  a
          los  Incas,  cuya  potencia  era  ya  tanta,  y  más  con  la  nueva  reputación  de  las
          hazañas  del  Inca  Viracocha,  que  los  enemigos  no  se  hallaban  poderosos  para
          los  resistir.  Por  estas  causas  se  redujeron  aquellas  grandes  provincias  al  Im-
          perio  de  los  Incas  con  más  facilidad  y  menos  peligros  y  muertes  de  las  que
          al  principio  se  habían  temido,  porque  son  belicosas  y  pobladas  de  mucha
          gente;  aunque  todavía  se  gastaron  más  de  tres  años  en  la  reducción  y
          conquista  de  ellas.






                                     CAPITULO  XXIV

                   NUEVAS  PROVINCIAS  QUE  EL  INCA  SUJETA,
                    Y  UNA  ACEQUIA  PARA  REGAR  LOS  PASTOS


          E  L  INCA  Páhuac Maita  y  sus  tíos,  habiendo  dado  fin  a  su  jornada  y  de-
              jado  los  gobernadores  y  ministros  necesarios  para  instruir  los  nuevos
          vasallos,  se  volvieron  al  Cuzco,  donde  fueron  recibidos  del  Inca  con  muchas
          fiestas  y  grandes  favores  y  mercedes,  cuales  convenían  a  tan  gran  conquista

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