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CAPITULO XXV
EL INCA VISITA SU IMPERIO; VIENEN EMBAJADORES
OFRECIENDO VASALLAJE
t\BIÉNDOSE DADO la traza y proveído lo necesario para sacar la acequia
H grande para regar los pastos, el Inca Viracocha pasó de la provincia
de Chinchasuyu a la de Cuntisuyu, con propósitos de visitar todos sus reinos
de aquel viaje. Las primeras provincias que visitó fueron las que llaman
Quechua, que, entre otras que hay de este nombre, las más principales son
dos, la una llamada Cotapampa y la otra Cotanera; las cuales regaló con
particulares mercedes y favores, por el gran servicio que le hicieron en el
socorro contra los Chancas. Luego pasó a visitar todas las demás provincias
de Cuntisuyu, y no se contentó con visitar las de la sierra, sino también los
valles de los llanos y costa de la mar, por que no quedase alguna provincia
desfavorecida de que el Inca no la hubiese visto, según era deseado de todas.
Hizo gran pesquisa para saber si los gobernadores y ministros regios
hacen el deber, cada cual en su ministerio. Mandaba castigar severísimamente
al que había hecho mal su oficio: decía que estos tales merecían más pena
y castigo que los salteadores de caminos, porque, con la potestad real que
les daban para hacer justicia y beneficio a los vasallos, los fatigaban con
molestias y agravios contra la voluntad del Inca, menospreciando sus leyes y
ordenanzas. Hecha la visita de Cuntisuyu, entró en las provincias de Co-
llasuyu, las cuales anduvo una por una, visitando los pueblos más principa-
les, donde, como en las pasadas, hizo muchas mercedes y favores, así a los
indios en común como a sus curacas en particular. Visitó aquella costa de la
mar hasta Tarapaca.
Estando el Inca en la provincia Charca, vinieron embajadores del rei-
no llamado Tucma, que los españoles llaman Tucumán, que está doscientas
leguas de los Charcas, al sureste, y, puestos ante él, le dijeron: "Zapa Inca
Viracocha, la fama de las hazañas de los Incas, tus progenitores, la rectitud
e igualdad de su justicia, la bondad de sus leyes, el gobierno tan en favor
y beneficio de los súbditos, la excelencia de su religión, la piedad, clemencia
y mansedumbre de la real condición de todos vosotros y las grandes mara-
villas que tu padre el Sol nuevamente ha hecho por ti, han penetrado hasta
los últimos fines de nuestra tierra, y aun pasan adelante. De las cuales gran-
dezas aficionados los curacas de todo el reino Tucma, envían a suplicarte
hayas por bien de recibirlos debaío de tu Imperio, y permitas que se llamen
tus vasallos, para que gocen de tus beneficios, y te dignes de darnos Incas
de tu sangre real que vayan con nosotros a sacarnos de nuestras bárbaras
leyes y costumbres y a enseñarnos la religión que debemos tener y los fueros
que debemos guardar. Para lo cual, en nombre de todo nuestro reino, te
adoramos por hijo del Sol y te recibimos por Rey y seíior nuestro, en tcsti-
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