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algunos reencuentros; y aunque pudiera con facilidad sujetar aquellas na-
ciones y poblar en ellas, no quiso, por parecerle que estaban cerca del Im-
perio del Inca, cuya ambición le parecía tanta que tardaría en llegar a
sujetar aquellas tierras, y caería en la misma sujeción y desventura que ha-
bía huido. Por lo cual le pareció pasar adelante y alejarse donde el Inca no
llegase tan presto, siquiera mientras él viviese. Con este acuerdo caminó
arrimándose a mano derecha de como iba, llegándose hacia las grandes mon-
tañas de los Antis, con propósito de entrarse por ellas y poblar donde hallase
buena disposición. Y así dicen los de su nación que lo hizo, habiéndose ale-
jado casi doscientas leguas de su tierra; mas por dónde entró y dónde pobló,
no lo saben decir más de que entraron por un gran río abajo y poblaron en
las riberas de unos grandes y hermosos lagos donde dicen que hicieron tan
grandes hazañas que más parecen fábulas compuestas en loor de sus parientes,
los Chancas, que historia verdadera, aunque del ánimo y valor del gran
Hancohuallu se pueden creer muy grandes cosas, las cuales dejaremos de
contar por que no son de nuestra historia. Baste haber dicho lo que a ella
pertenece.
CAPITULO XXVII
COLONIAS EN LAS TIERRAS DE HANCOHUALLU;
EL VALLE DE YUCAY ILUSTRADO
L INCA Viracocha recibió mucha pena de la huida de Hancohuallu, y
E quisiera haber podido estorbarla, mas ya que no le fue posible, se
consoló con que no había sido por su causa y, mirándolo más en su parti-
cular, decían los indios se había holgado de que se hubiese ido, por la na-
tural condición de los señores, que sufren mal los vasallos de semejante
ánimo y valor porque les son formidables. Informóse muy por menudo de
la huida de Hancohuallu, y de qué manera quedaban aquellas provincias, y
habiendo sabido que no había alteración alguna, envió a mandar (por no
dejar de hacer su visita) que su hermano Páhuac Maíta, que había quedado
en el Cuzco por gobernador, y otros dos de su Consejo, fuesen con buena
guarda de gente y visitasen los pueblos de los Chancas y con blandura y
mansedumbre aquietasen los ánimos que hubiese alterados por la ida de
Hancohuallu.
Los Incas fueron y visitaron aquellos pueblos y las provincias circunve-
cinas, y lo mejor que pudieron las dejaron quietas y pacíficas. Visitaron asi-
mismo dos famosas fortalezas, que eran de la antigüedad, de los anteceso-
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