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de  manera  que  todos,  en  general,  qued,uon  con  11uevo  contento  y  nueva
          satisfacción  de  su  Inca.  Recibfanle  por  todas  aquellas  provincias  con  gran-
          dísima  fiesta  y  regocijo  y  aclamaciones  hasta  entonces  nunca  oídas;  porque,
          como  muchas  veces  se  nos ofrece  decir,  el  sueño  y la  gran victoria  de  Yahuar-
          pampa  habían  causado  en  los  indios  tanta  veneración  y  respeto  para  con
          el  Inca,  que  le  adoraban  por  nuevo  dios  y  hoy  día  tienen  en  gran  veneración
          la  peña  donde  dicen  que  estuvo  recostado  cuando  se  le  apareció  el  fantasma.
          Y no lo hacen por idolatrar, que  por la  misericordia  de Dios bien desengañados
          están ya  de la  que  tuvieron,  sino  por  memoria  de  su  Rey,  que  tan  bueno  les
          fue  en  paz  y  en  guerra.
              Acabada  la  visita  de  Collasuyu,  entró  en  Antisuyu,  donde,  aunque  fue
          recibido  con  menos  fausto  y  pompa,  por  ser  los  pueblos  menores  que  los
          pasados  no  dejaron  de  hacerle  toda  la  fiesta  y  aparato  posible.  Hicieron  por
          los  caminos  arcos  triunfales  de  madera,  cubiertos  de  juncia  y  flores,  cosa
          muy  usada  entre  los  indios  para  grandes  recibimientos;  cubrieron  los  cami-
          nos  con  flores  y  juncia,  por  do  pasaba  el  Inca.  En  suma,  hacían  todas  las
          ostentaciones  que  podían  para  dar  a  entender  la  vana  adoración  que  desea-
          ban  hacerle.  En  la  visita  de  estas  tres  partes  de  su  Imperio,  gastó  el  Inca
          Viracocha  tres  años,  en  las  cuales  no  dejaba  de  hacer  las  fiestas  del  Sol,  que
          llamaban  Raimi,  y  la  que  llaman  Citua,  donde  le  hallaba  el  tiempo  de  las
          fiestas,  aunque  era  con  menos  solemnidad  que  en  el  Cuzco;  mas  como  po-
          dían  la  solemnizaban,  por  cumplir  con  su  vana  religión.  Acabada  la  vista,
          se  volvió  a  su  imperial  ciudad,  donde  fue  tan  bien  recibido  como  había  sido
          deseado,  porque, como  a  nuevo  fundador,  defensor  y  amparo  que  había  sido
          de ella,  salieron  todos  sus  cortesanos  a  recibirle  con  muchas  fiestas  y  nuevos
          cantares,  compuestos  en  loor  de  sus  grandezas.






                                     CAPITULO  XXVI
                    LA  HUIDA  DEL  BRAVO  HANCOHUALLU  DEL
                               IMPERIO  DE  LOS  INCAS


          DE LA  manera  que  se  ha  dicho  visitó  este  Inca  otras dos  veces  todos  sus
               reinos  y  provincias.  En  la  segunda  visita  sucedió  que,  andando  en  la
          provincia  de  los  Chichas,  que  es  lo  último  del  Perú  hacía  el  mediodía,  le
          llevaron  nuevas  de  un caso  extraño,  que le  causó  mucha  pena  y  dolor,  y  fue
          que  el  bravo  Hancohuallu,  que  dijimos  fue  Rey  de  los  Chancas,  aunque
          había  gozado  de  nueve  o  diez  años  del  suave  gobierno  de  los  Incas,  y  aun-
          que  de sus  estados  y jurisdicción  no  le  habían  quitado  nada,  sino  que  se  era

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