Page 28 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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18                TRAYECTORIA  HISTORICA  DE  GRECIA

      tras Dionisio se encargaba  de apoderarse  de las  situadas  en la  zona  de los  brecios;
      la  única  que  logró  sostenerse  fué  Tarento.  Por  lo  menos,  el  tirano  de  Siracusa
      dió  señales  de  actividad  y  energía;  Dionisio,  sin  dar  tregua  a  sus  armas,  arrebató
      a  los  cartagineses  la  costa  de  Sicilia  hasta  Acragas,  derrotó  a  los  piratas  etruscos
      y se  apoderó  de  sus  tesoros  cerca  de Agila,  se  adueñó  de  las  tierras  que  se  exten­
      dían,  Italia  arriba,  hasta  la  desembocadura  del  Po,  consolidando  su  dominio  en
      ellas  por medio  de  un grandioso  plan  de  colonización,  y  se  posesionó  de  las  islas
      del  litoral  ilírico,  imponiendo  así  su  dominación  en  el  mar  Adriático.  Este  prín­
      cipe,  con  su  sistema  de  gobierno  bien  organizado  y  su  administración  atenta  a
      las  necesidades  de  los  súbditos,  con  su  enérgico  despotismo,  que  aplastaba  lo
      mismo  los  excesos  democráticos  que  las  “libertades”  particularistas,  con  su  ejér­
       cito  formado  por  mercenarios  griegos,  celtas,  iberos  y  sabélicos,  y  una  poderosa
       flota,  con su  política  temeraria,  desleal  y  cínica  para  con  el  enemigo  y  el  amigo,
      parecía  ser el  último  baluarte  que  le  quedaba  al  helenismo  en  el  occidente;  era,
       en  verdad,  un  príncipe  del  tipo  de  aquel  con  que  soñaba  el  gran  florentino  para
       salvar  a la  Italia  de  su  tiempo;  por lo  demás,  no  era  indiferente  a  la  cultura  de
       su  tiempo:  atraía  a  su  corte  a  filósofos,  artistas  y  poetas,  y  él  mismo  llegó  a
       componer  tragedias.  La  tiranía  de  Dionisio  y  el  poder  no  menos  maquiavélico
       de los espartanos bajo  Agesilao  son los  dos  tipos  de  la  política  helénica,  en  estos
       tiempos  tristes y oscuros.
           Pero habrían  de venir  otros  más  tristes  y  oscuros  aún.  De  la  cultura  de  que
       Atenas  era centro,  de  las  escuelas  de  los  retóricos  y los  filósofos  surgieron  teorías
       políticas, que, preocupándose lo menos posible  de la  situación  real  y las  condicio­
       nes  dadas,  desarrollaban  las  formas  y  las  funciones  del  estado  ideal,  del  estado
       como  realización  de  la  libertad  y  la  virtud  perfectas,  el  único  que  podía  poner
       remedio  a  todos  los  males  y  aportar  la  completa  salvación.  Al  principio,  estas
       doctrinas  fueron,  sencillamente,  un  elemento  más  de  confusión  en  medio  de
       aquella  mescolanza  caótica  de  señorío  y  servidumbre,  de  despotismo  e  impoten­
       cia,  de  toda  aquella  afanosa  búsqueda  de  riquezas  y  de  todas  aquellas  malas
       artes  para  conseguirlas,  mezcladas  con  la  envidia  tanto  más  torva  de  las  masas
       pobres,  sobre  todo  allí  donde  la  democracia  daba  derechos  iguales  a  todos  y
       ponía  la  decisión  en  manos  de  la  mayoría.  Si  observamos  cómo  se  desarrollaron
       y  ganaron  influencia  la  filosofía,  la  retórica  y  la  Cultura,  en  las  ciudades  libres,
       en los  palacios  de  los  reyes  y  los  tiranos,  hasta  en  Sicilia,  Chipre  y  la  Heraclea
       del  Ponto,  penetrando  incluso  en  las  cortes  de  los  sátrapas,  veremos  cómo  fué
       creándose  por  estos  caminos  un  nuevo  tipo  de  comunidad  superior  a  todo  par­
       ticularismo y a toda constitución local  y elevándose hasta lo que podríamos llamar
       la  soberanía  de  la  cultura,  de  la  que  la  brutal  oligarquía  señorial  de  Esparta
       quedaba  más  lejos  que  ninguna  otra.
           El  cambio  decisivo  de  rumbo  no  partió,  ciertamente,  de  la  teoría,  pero  ésta
       lo  rodeó,  una  vez  efectuado,  con  el  nimbo  de  una  gran  hazaña  y  le  ayudó  a
       robustecer  sus  efectos;  navegando  a  favor  de  la  corriente,  la  teoría  pudo  pensar
       ya en realizarse.
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