Page 27 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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TRAYECTORIA  HISTORICA  DE  GRECIA              17

          A  esto  hay  que  añadir  otra  cosa.  Mientras  el  mar  Egeo  había  sido,  en  la
      liga  marítima  ateniense,  el  centro  del  mundo  helénico,  mientras  las  ciudades
      helénicas que lo circundaban habían sentido  a  sus  espaldas la potencia  de  aquella
      liga,  siempre  dispuesta  a  entrar  en  acción,  los  bárbaros,  lo  mismo  los  del  norte
      que  los  del  oeste,  procuraban  mantenerse  a  distancia;  cuando  las  tribus  tracias
      establecidas  en  la  cuenca  del  Hebro  se  atrevieron  a  avanzar,  Atenas  les  cerró  el
      paso  a las  ciudades  helénicas  de  la  costa  mediante  la  fundación  de  Anfípolis,  en
      las  orillas  del  Estrimon  -—10,000  colonos  fueron  enviados  para  poblar  aquella
      posición  avanzada—·.  La  aparición  de  una  flota  ateniense  en  el  Ponto  había
      bastado  para  asegurar  también  allí  las  rutas  marítimas  y  las  costas;  por  los  días
      del  poder  de  Atenas,  cobró  nuevos  bríos  la  helenización  de  la  isla  de  Chipre;
      incluso  en  aguas  de  Egipto  llegó  a  luchar  una  flota  helénica  contra  los  persas  y
      hasta  Cartago  temía  al  poder  marítimo  de  Atenas.
          La  paz  de  Antálcidas  no  abandonó  al  enemigo  solamente  las  ciudades  del
      litoral asiático; el mar Mediterráneo se perdió para la Hélade, y las islas del mismo,
      aunque autónomas  de nombre,  y hasta  las  bahías  y las  costas  de la  misma  Grecia
      quedaron  a  merced  del  enemigo.  Al  mismo  tiempo,  empezaron  a  moverse  los
      pueblos septentrionales; las  ciudades  del litoral,  desde el Estrimon hasta  Bizancio,
      salvaguardadas  solamente  por  sus  murallas  y  sus  mercenarios,  no  habrían  podido
      resistir  mucho  tiempo  a  los  embates  de  los  pueblos  tracios;  las  regiones  macedó­
      nicas,  cuya  unión  era  todavía  muy  débil  y  cuyas  discordias  interiores  favorecían
      ahora  a  Esparta  y  a  las  ciudades  de  la  Calcídica,  como  en  otro  tiempo  favore­
      cieran  a  Atenas,  se  hallaban  expuestas  constantemente  al  peligro  de  verse  inva­
      didas  por  los  odrisios  al  este,  los  tribalos  al  norte  y  los  ilirios  al  oeste;  y  tras
      aquellas tribus acechaba y avanzaba ya la  emigración  de los  pueblos  celtas  reman­
      sada  entre  el  Adriático  y  el  Danubio.  Los  tribalos  iniciaron  sus  expediciones  de
      rapiña,  que  pronto  los  llevarían  hasta  Abdera;  los  ilirios,  por  su  parte,  irrumpie­
      ron  hasta  el  Epiro,  derrotaron a  los  epirotas  en  una  gran  batalla  en  la  que  pere­
      cieron  asesinados  15,000  de  éstos,  asolaron  todo  el  país  hasta  las  montañas  que
      lo  separan  de  Tesalia  y,  a  su  regreso,  se  preparaban  a  invadir  las  tierras  mace­
      dónicas a  través de los  pasos  montañosos  más  practicables  que  dan  acceso  a  ellas.
      Para  hacer  frente  a  todos  estos  peligros,  había  agrupado  Olinto  las  ciudades  de
      la  Calcídica  en  una  federación;  los  espartanos,  al  destruir  ésta,  dejaron  el  norte
      de la  Gran  Grecia  indefenso  frente  a  la  irrupción  de  los  bárbaros.
          Pero  aún  era  mayor  el  peligro  que  se  cernía,  por  la  misma  época,  sobre  los
      helenos  de  occidente.  Después  de  quebrantado  el  poder  marítimo  de  Atenas,
      los cartagineses habían  empezado a ganar de  nuevo terreno  en  Sicilia,  sometiendo
      a  su  poderío  a  Himera  en  el  norte,  y  a  Selinunta,  Acraga,  Gela  y  Camarina;
      Dionisio  de  Siracusa,  para  no  verse  arrastrado  a  la  guerra,  se  resignó  a  que  estas
      ciudades  se  convirtiesen en  tributarias  de  los  púnicos.  Los  celtas  irrumpieron  en
      Italia  por  los  Alpes,  sometieron  las  tierras  etruscas  bañadas  por  el  Po,  cruzaron
      el Apenino y pusieron fuego  a  Roma;  los  samnitas  pusiéronse  en  campaña  contra
      las  ciudades  griegas  de  la  Campania  y  fueron  sometiéndolas  una  tras  otra,  mien-
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