Page 165 - Orestiada. Agamenón. Las Coéforas. Las Euménides
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AGAMENÓN
estrecho se veía desde el promontorio, pasando por adelante
al iluminarlo. Pronto al punto arribó
al monte Aracneo, atalaya fronteriza a nuestra ciudad.
Y enseguida este techo de los Atridas alcanzó 310
esa luz que no deja de ser sucesora del fuego del Ida.
Para los portadores de las antorchas, éstas eran mis órdenes:
uno a otro pase el relevo con plena conciencia,
y vence el primero y el último en la carrera.
Tal indicación y señal te digo 315
que es la noticia enviada desde Troya por mi marido.
Coro
A los dioses de nueva cuenta, mujer, luego ofreceré plegarias,
pues escuchar tus palabras y con ellas maravillarme
sin cesar quisiera ahora, cuando hables nuevamente.
Clitemnestra
A Troya los aqueos la poseen ya en este día. 320
Pienso que un griterío turbio en la ciudad es evidente:
si vinagre y aceite viertes en una misma vasija,
dirías que están en desacuerdo, que no son amigos.
De los capturados y sus vencedores bifurcadas
voces se oyen a causa de la doble suerte. 325
Unos, por su lado, caen sobre los cuerpos
de los maridos y de los hermanos y de los retoños,
los hijos de los ancianos que ya sin libertad
de su cuello brota el llanto por la muerte de sus más amados.
A los otros, por su parte, el vaivén nocturno de la fatigosa
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