Page 165 - DERECHO INDÍGENA Y DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA (1988)
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petróleo se presenta hoy como un enemigo terrible de las comunidades indígenas,
del cual éstas sólo pueden esperar grandes males. Contaminan el aire y las
aguas, destruyen la flora y el relieve, inutiliza los suelos. Los recursos de la pesca
y de la caza disminuyen en forma acelerada y son amenazados seriamente de
extinción definitiva. Como si esto no fuera suficiente, motiva despojos de tierras
indígenas, bajo expropiaciones no siempre bien intencionadas. Los productos
básicos entran en la región en una espiral inflacionaria, que sólo pueden seguir los
bien pagados técnicos de PEMEX y los comerciantes que lucran con estas
plusvalías de la falsa riqueza. El indígena, sin caza, sin pesca, sin beneficiarse con
los altos salarios y despojado incluso de sus tierras, es condenado al hambre por
esta "prosperidad" que sólo beneficia a la burguesía. No es un recurso al servicio
de los pueblos, sino de una clase dominante. La prueba está en que el
presupuesto de inversión del INI para atender las necesidades de cerca de 10
millones de indígenas no supera los 250 millones de pesos, lo que equivale al
valor del petróleo derramado por el IXTOC I en el Golfo.
4. Nos pronunciamos decididamente en contra de la explotación intensiva
que realiza el capitalismo de los recursos naturales no renovables, cuando tal
explotación exceda su capacidad de recuperación. Esta generación de mexicanos
no tiene derecho a destruir el medio ambiente del modo en que lo está haciendo.
No podemos entregar a nuestros hijos menos de lo que tenemos recibido de
nuestros padres. Debemos entregarles un medio mejorado y no degradado,
convertido en basurero de una "civilización" enferma, cada día más barata. El
irracionalismo cada vez más visible del sistema capitalista occidental parece
confirmarnos que la civilización está de nuestro lado, y no en la creciente
promiscuidad, violencia que se observa en las grandes ciudades. Al capital no le
importa el medio ambiente porque una vez que lo ha destruido, cuando no hay
más que sacar de él, alza sus instrumentos y se marcha a otra parte que prometa
dividendos. Para el indígena no hay otra parte, no hay más tierra prometida que la
que pisa, y su sentido sagrado, civilizado, de la vida, le impide destruir en unos
años, tan sólo por un afán personal de lucro, esa tierra que alimentó a varias
generaciones, y de la que se espera aún el alimento. No puede haber interés
económico superior a la necesidad de preservar el ecosistema; no queremos la
bonanza de hoy a costa de un futuro desolador, pues nos responsabilizamos de
las nuevas generaciones.
Conciencia étnica y recuperación histórica
1. Los indígenas queremos hoy recuperar nuestra historia, nuestra cultura,
nuestra civilización. No somos el resultado de un proceso colonial, sino una
identidad histórica oprimida que no se interrumpió en ningún momento, que se
mantiene más allá de los cambios culturales, y que persistirá en nuevos modos de
producción, incluso porque la abolición de las clases no debe ser ni será la
abolición de la etnicidad. El mestizo es recuperable para nuestra causa, como lo
vemos en la praxis. Claro que no iodos, pero si un gran sector, especialmente los
menos favorecidos por las dádivas del sistema capitalista. El mestizo, la mayor
parte de las veces, es un indígena aculturado que ha dejado de reconocerse como
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