Page 242 - DERECHO INDÍGENA Y DERECHOS HUMANOS EN AMÉRICA LATINA (1988)
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estacionales) se consideran como si se  tratase de proletarios  sindicalizados del
                  medio urbano. Solamente aparecen normas curiosas, dispersas, que imponen a
                  los "patronos" (finqueros latifundistas) la obligación de pagar en moneda de curso
                  legal y de que el pago "en especie" no se considere nunca superior al 30% del
                  salario. O bien le piden a los campesinos (indígenas analfabetos) que le "exijan" a
                  los "enganchadores" (quienes contratan a los trabajadores temporales) la
                  presentación de una "carta poder" a fin de evitar que el patrono pueda evadir sus
                  responsabilidades laborales. Obviamente esta situación determina que los
                  derechos sociales (salario, vacaciones,  indemnizaciones, seguro social) de los
                  trabajadores indígenas son permanentemente menoscabados en el país y que
                  éstos están, de hecho, excluidos del sistema de protección jurídico-laboral de
                  Guatemala.

                         En lo concerniente a la legislación agraria la problemática es todavía más
                  compleja. En efecto, la población indígena del país ve menoscabados sus
                  derechos económicos y sociales debido a la injusta distribución de la propiedad en
                  el agro, caracterizada por una estructura de latifundio (en las tierras fértiles de las
                  zonas costeras del país, con producción dedicada a la exportación) y minifundio
                  (en las tierras de bajo rendimiento de las  altiplanicies, con producción para el
                  consumo interno) así como por la falta  de protección legal para el sistema de
                  tenencia de la tierra de tipo comunal, ya que el código civil y la legislación
                  constitucional sólo reconocen la “propiedad privada”. También los derechos
                  políticos de la población indígena se restringen  de hecho dados los altos
                  porcentajes de analfabetismo y debido  a la discriminación de los idiomas
                  autóctonos. No vamos a insistir aquí respecto a la grave restricción (y en ciertos
                  casos anulación) de las libertades fundamentales que significa la concentración
                  forzada de población en aldeas estratégicas, el desplazamiento forzado en busca
                  de refugio en el exterior e interior del país, resultado de las campañas de tierra
                  arrasada que han impulsado recientemente las autoridades militares como parte
                  de una brutal campaña contrainsurgente, ni tampoco sobre la violación a los
                  derechos humanos que se expresa en la obligatoriedad del servicio (no
                  remunerado) que los campesinos indígenas prestan en las llamadas "patrullas
                  civiles". Todos estos hechos han sido denunciados por respetables instituciones
                  internacionales (Amnisty International,  Survival International, Pax Christi),
                  nacionales (Comisión de Derechos Humanos de Guatemala, Consejo Nacional de
                  Iglesias de los Estados Unidos) e intergubernamentales (Comisión Interamericana
                  de Derechos Humanos, Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas) y
                  no es el objetivo de este trabajo enfocar su atención hacia estas violaciones a los
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                  derechos humanos .

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                    La declaración más reciente sobre estas violaciones a los derechos humanos del pueblo indígena
                  ha sido emitida por la Conferencia Episcopal Guatemalteca en junio de 1984. En ella señalan los
                  obispos guatemaltecos que: "4.1 Una de las mayores riquezas de Guatemala y que le da fisonomía
                  propia en el concierto de las naciones es la pluralidad de culturas autóctonas... Descendientes de
                  los mayas inmortales,  nuestra población indígena merece todo  el respeto y admiración.
                  Desgraciadamente no ha sido así, a lo largo de varios siglos a partir de la conquista. Más bien toda
                  la estructura social y económica de Guatemala ha descansado sobre la plataforma de un pueblo
                  indígena subyugado y empobrecido. No se puede olvidar que los indígenas forman la mayoría del



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