Page 183 - Mahabharata
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2. El salón 163
y de su amor por Krishna. Le entregó muchas joyas y costosos regalos y, después de
honrarle como enviado de un gran monarca, le mandó de regreso. Shadeva estaba
muy complacido con su sobrino por haber llevado a cabo su misión de forma tan
brillante. Luego Shadeva fue al reino Pandya y llegó a la ciudad de Chitrangada, la
esposa de Arjuna, quien le recibió con gran afecto. Su padre estaba muy contento de
ver al hermano de Arjuna y le enseñó a Babhruvahana, el hijo de Arjuna y Chitrangada.
Shadeva también les invitó a asistir al Rajasuya, y con esto concluyó su gira y regresó a
Indraprastha, cargado con los regalos de todos los reyes que había conocido.
Mientras, Nakula ya había regresado después de una victoriosa gira por el occidente.
Se había encontrado con los Vrishnis en Dwaraka. Había invitado a Vasudeva, el padre
de Krishna y también a Balarama. También invitó a asistir al Rajasuya a los héroes de la
casa de los Vrishnis. Krishna llegó poco después y trajo consigo miles de regalos para
agasajar a Yudhishthira, quien los recibió lleno de gozo. Krishna y Vyasa hicieron todos
los preparativos para el Rajasuya. Vyasa realizó los ritos preliminares y se enviaron
mensajeros para invitar a todos los reyes. Yudhishthira encargó a Nakula que fuera
a Hastinapura para invitar a los ancianos Bhishma, Drona, Dhritarashtra, Bahlika, So-
madatta, Bhurisravas y también a los hijos del rey. Le pidieron a Nakula que invitara
a cada uno de ellos individualmente, de parte de Yudhishthira. Querían que el noble
Radheya y Sakuni con todos sus hijos fueran invitados personalmente. Nakula llegó a
Hastinapura donde fue afectuosamente recibido por Bhishma y todos los ancianos. Les
habló respetuosamente del deseo de Yudhishthira de realizar el Rajasuya y les contó a
todos, uno por uno, que su hermano estaba ansiosamente esperando su pronta llegada a
Indraprastha. Dicho esto, regresó a Indraprastha con las bendiciones de todos ellos.
Los invitados comenzaron a llegar uno tras otro. Allí estaban todos los reyes y la
ciudad estaba llena de hermosas mansiones que habían sido especialmente edificadas
para el alojamiento de los muchos príncipes. Parecía la ciudad de los dioses. La riqueza
se había literalmente volcado en las arcas de Yudhishthira. Krishna había pedido a
Duryodhana que estuviera a cargo de la tesorería. Duryodhana pudo ver el homenaje
de que eran objeto los pandavas y su gloriosa posición. No expresó palabra alguna
ocultando los sentimientos que anidaban en su corazón, pero estaba furioso de envidia
con aquellos primos suyos que, a pesar de sus repetidos intentos de destruirles, habían
logrado llegar a ser tan ricos y poderosos. Su corazón estaba a punto de romperse, pero
no permitió que nadie adivinara sus sentimientos ni el odio que devoraba sus entrañas.
El Rajasuya seguía su marcha, estaba siendo un gran éxito. En medio de tanto júbilo
y emoción llegó el día de la coronación. Era un acontecimiento impresionante. Allí
estaban todos los rishis para derramar sus bendiciones sobre Yudhishthira. Narada
también estaba allí, pero su mente no estaba en el momento presente, estaba sumergido
en pensamientos de tiempos venideros. Vio a Krishna sentado cerca del trono con su