Page 181 - Mahabharata
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2. El salón                                                                              161


               días y ocho noches hasta que Bhagadatta fue derrotado. Entonces se dirigió a Arjuna con
               una amistosa sonrisa y le dijo:

                   —Yo fui un gran amigo de tu padre. Me complace contemplar tu valor que ha logrado
               incluso abatirme. Dime, ¿qué es lo que debo hacer por ti?
                   Arjuna le rindió honores, se postró ante él y le habló de su hermano y de las esper-
               anzas que tenía de realizar el Rajasuya. Luego invitó al experimentado guerrero a ir a
               Indraprastha a lo que Bhagadatta accedió con sumo agrado.
                   Después, Arjuna se dirigió a la colina Ramagiri, la cual había sido santificada porque
               el Señor Rama, en sus andanzas, había permanecido allí durante unos cuantos días.
               Las aguas también eran santas, pues la princesa Sita se había bañado en ellas. Allí
               Arjuna tuvo que pelear con los famosos hermanos Trigarta, encabezados por Susarroa.
               Arjuna logró vencerlos, pero fue allí donde nació la gran enemistad entre Arjuna y los
               trigartas, que duró hasta el mismo final de la gran guerra que tendría lugar tiempo
               después. A partir de aquel momento se llamaron a sí mismos los samsaptakas, habían
               jurado que algún día destruirían a Arjuna. Eran muy amigos de Duryodhana. Arjuna les
               dejó y prosiguió su viaje en dirección al norte, hasta que llegó a los límites de aquella
               tierra desde donde vio la cima del monte Meru, el rey de todas las montañas. Vio la
               cima del monte resplandeciendo bajo el Sol de la mañana como una alhaja de oro. La
               cumbre estaba oculta difuminándose detrás de un brillante destello de muchos colores.

               El resplandor de la montaña podía verse desde varias millas a la redonda. La orgullosa
               cima, envuelta en los rayos del Sol parecía desafiar al mismo astro rey devolviéndole
               todos sus rayos después de embellecerse con su gloria. Era un espectáculo sublime. La
               cumbre parecía perforar el firmamento y alcanzar los cielos. Arjuna permaneció de pie
               durante largo tiempo en frente del grandioso gigante, con su mente sobrecogida por una
               humildad para él hasta entonces desconocida. Se postró ante él y, muy en contra de su
               voluntad, prosiguió su camino, confiando que algún día en un futuro lejano pudiera
               regresar a aquel lugar. En las laderas de la parte sur del monte Meru crecían unas
               enredaderas llamadas Jambu. Toda la ladera estaba cubierta de ellas, las cuales siempre
               estaban repletas de unas flores que eran las favoritas de los siddhas que frecuentaban
               el lugar. Aquellas enredaderas eran tan características de aquel lugar, que los siddhas
               y los charanas denominaban aquella zona con el nombre de Jambu Dvipa y por eso le
               dio ese nombre a Bharatavarsha. Después de ver las enredaderas de Jambu, continuó
               hasta el monte Ghandamadana, desde donde comenzó su viaje de regreso. Después de
               una agradable estancia llena de aventuras, regresó a Indraprastha. Por dondequiera que
               pasaba le ofrecían joyas riquezas y regalos de incalculable valor. Fue entonces cuando le
               pusieron el nombre de Dhananjaya.
                   Bhima había emprendido su marcha en la dirección al oriente. Cruzó el reino de
               Panehala y llegó a Mithila, donde fácilmente venció al rey de aquel país. Luego se
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