Page 185 - Mahabharata
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2. El salón 165
Yudhishthira estaba inmensamente feliz de poder rendir honores a Krishna, el cual
significaba todo para él. Para los pandavas, la palabra Krishna se relacionaba con todo
lo que era querido o sagrado. Yudhishthira pidió a Shadeva que trajera los utensilios
necesarios para la coronación. Shadeva se sentó a los pies de Krishna. Brotándole
lágrimas de los ojos, puso sus manos en los benditos pies de Krishna y los lavó con todo
su amor. La ceremonia del arghya había concluido. El Puja se había celebrado. Y del
cielo llovieron bellísimas flores sobre Krishna y Shadeva.
El silencio reinaba en la asamblea. A algunos de los héroes no les habían gustado
los honores que le rindieron a Krishna. No parecía haberles agradado aquella elección.
Se miraban unos a otros en silencio o en desacuerdo, pero nadie se atrevió a abrir la
boca, excepto Sisupala, señor de los chedis, el cual no pudo tolerar el insulto infligido
a los demás reyes, ni tampoco soportar la veneración de que había sido objeto Krishna.
Cuando finalizó el Puja, había caído una lluvia de flores sobre Krishna y Shadeva y todo
el salón quedó en silencio; nadie dijo ni una sola palabra. Mas el silencio apenas duró
unos instantes: una sonora carcajada despertó a la asamblea con un sobresalto. Sisupala,
puesto de pie, dijo:
—¡Muy bonito; de verdad, muy bonito! He aquí que un bastardo pide consejo al
hijo de un río, éste se lo da y le rinden honores especiales a un pastor, considerándole
como el mejor entre todos nosotros. Luego, el Puja lo realiza otro bastardo y los cielos
derraman una lluvia de flores sobre esta bella escena mientras los reyes, que son grandes
guerreros celosos de su honra, observan la ceremonia parados y boquiabiertos como
torpes animales. ¿Es que se puede decir algo más? ¡Muy bonito; de verdad, muy
bonito! —Dicho esto, Sisupala se volvió a sentar. Nadie se atrevía a pronunciar palabra
alguna, y Sisupala, riéndose de nuevo, se dirigió a Yudhishthira diciendo—: Mi querido
Yudhishthira, o es que tu visión llega mucho más allá de la nuestra, o es que estás
ciego: habiendo tantas personas en esta asamblea que pudieran ser merecedoras de este
honor, no veo la razón por la que se te ha ocurrido esta decisión tan absurda. Siempre
creí que los pandavas eran príncipes que estaban dotados de un sentido adecuado del
decoro. Nunca te hubiera creído capaz de hacer algo tan erróneo. ¡Mira! ¡Observa
esta asamblea de reyes!: habiendo tantos aquí presentes, es una completa locura pensar
que este hombre, hijo de un pastor, sea el más grande de todos. Salta a la vista que no
tienes mucho discernimiento. ¿No te das cuenta de que has ofendido a muchos de los
monarcas aquí presentes? Vinimos a asistir al yaga de tu Rajasuya, pero no porque no
seamos suficientemente poderosos como para desafiarte, sino porque tenemos un gran
respeto por ti. Teníamos la impresión de que tú eras una persona justa y asistimos a esta
ceremonia únicamente por complacerte.
Bhima, al oír aquello apretaba los puños de rabia. Arjuna, con labios temblorosos,
intentaba captar la mirada de su hermano mayor para que este le diera permiso para