Page 184 - Mahabharata
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               eterna sonrisa en los labios. Narada le vio como el eje alrededor del cual iba a girar el
               futuro de Bharatavarsha. El Krishna que él veía, no tenía una sonrisa en los labios y sus

               ojos estaban serios y tristes, toda su expresión era de consternación. Narada giró sus ojos
               hacia Yudhishthira y contempló al inocente monarca que sería la causa de la destrucción
               de toda la raza de los kshatryas. Miró luego a Draupadi y vio cómo iban a hacerse ciertas
               las predicciones que habían sobre ella. Duryodhana estaba mordiéndose los labios para
               sujetar la envidia y la furia que brotaban de su corazón. Sakuni, con sus ojos astutos
               observaba todo lo que ocurría, y podía verse una sonrisa maligna dibujándose en sus
               finos labios. También vio a Radheya, el noble Radheya, el ser más generoso de todos los
               tiempos. ¡Desdichado de él! Narada, como en un cuadro, veía la muerte de Radheya a
               manos de su hermano, el cual ni siquiera le conocía como tal. Vio a los hijos del rey ciego
               siendo aniquilados por Bhima. Vio el campo de batalla, el gran Kurukshetra, sembrado
               con los cuerpos de infinidad de kshatryas. Bhagadatta, Vinda, Anuvinda y toda esta
               galaxia de príncipes yacían muertos en el campo de batalla. Desapegado como él estaba
               de las ataduras físicas, la mente de Narada estaba sumida en un sentimiento de inmensa
               lástima por cada uno de aquellos príncipes que estaban ya sentenciados a muerte.


                                                        Capítulo VI
                                       KRISHNA, EL INVITADO DE HONOR


                    A coronación había llegado a su fin, y después de esto era deber del rey el agasajar
               L a los invitados. Bhishma se dirigió a Yudhishthira y le dijo:

                   —Yudhishthira, hijo mío, estos reyes y rishis han venido aquí para rendirte honores
               y para bendecir el yaga con su presencia. Ahora es tu deber agasajarles y darles la
               bienvenida a cada uno de ellos con la ceremonia del arghya. Es justo que muestres tu
               agradecimiento a todos estos reyes y sabios, pero debes primero elegir a uno entre ellos
               como invitado de honor. Debes escoger a uno de ellos y ése debe ser adorado primero
               que nadie.

                   Yudhishthira se encontraba en un apuro por la tarea tan delicada que se le había
               encomendado y dijo:
                   —Mi señor, yo soy ignorante en estos asuntos, tú eres mi abuelo. Tú eres quien debe
               decirme a quién debería yo asignar el asiento de honor. Bhishma permaneció en silencio
               por unos instantes y luego dijo:

                   —En esta grande y gloriosa asamblea de príncipes de todas las casas nobles, Krishna
               brilla como el Sol que resplandece desde el interior de cada uno de sus rayos. Sin él, el
               salón perdería toda su grandeza. Él es la persona que te sugiero como la más grande de
               todas.
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