Page 40 - Mahabharata
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                   Y así, la niña creció entre los pescadores y le pusieron por nombre Satyavati. Era una
               niña de dulces sonrisas y gran belleza, que poseía todas las virtudes imaginables; pero

               como vivía entre pescadores nunca perdió aquél fuerte olor a pescado con el que había
               nacido. Obediente a las órdenes de su padre adoptivo, se dedicó a transportar pasajeros
               en un bote de una a otra orilla del río Yamuna.

                                                        Capítulo III
                                             EL NACIMIENTO DE VYASA


                    N día, siendo ya Satiavati una hermosa muchacha, mientras estaba ocupada con
               U su bote llegó al río Yamuna el gran rishi Parasara, que iba camino de su morada
               después de largas peregrinaciones. Parasara subió al bote de Satyavati para que le
               cruzase a la otra orilla y apenas el rishi vio a la extraordinariamente bella muchacha, la
               cual era deseable incluso para un anacoreta, deseó abrazarla y amarla allí mismo. Así
               pues, se dirigió a ella diciendo: « ¡Oh bendita mujer!. Me sobrecoge tu belleza y te deseo.
               Acepta mis dulces abrazos ». Satyavati contestó: — ¡Oh santo hombre!. Contempla los
               rishis en ambas orillas. A la vista de todos, ¿cómo puedo satisfacer tu deseo? ».
                   Entonces el sabio creó una espesa niebla alrededor de ellos y la muchacha quedó

               maravillada. Y por su timidez se sonrojó de vergüenza, y dijo: « Tened en cuenta que
               soy doncella y estoy bajo la potestad de mi padre. Si aceptase tus abrazos y perdiese mi
               virginidad, ¿cómo podría yo regresar a casa?. No podría vivir. Considerad esto y haced
               lo que sea correcto ». El rishi estaba muy satisfecho con todo lo que ella dijo y le contestó:
               « Si me concedes mi deseo, continuarás siendo virgen y además te concederé el don que
               me pidas: Mi gracia nunca ha resultado vana ». Oyendo esto, Satyavati le pidió el don de
               que su cuerpo tuviese un aroma agradable, lo cual el rishi le concedió inmediatamente.
               Y desde entonces su dulce aroma podía olerse desde una distancia de una legua por lo
               cual llegó a ser conocida como Yojanagandha.
                   Ella estaba enormemente complacida y, adornada con los encantos de la juventud,
               yació amorosamente con aquél rishi creador de prodigios. Después de eso, Parasara
               continuó su camino hacia la ermita donde tenía su morada y Satyavati, feliz por el
               precioso don que había obtenido y quedando su virginidad intacta, dio a luz ese mismo
               día al hijo de Parasara en una de las islas del río Yamuna, por lo cual el niño fue llamado
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               Dwaipayana . Éste, en el mismo momento de nacer, con el permiso de su madre, decidió
               ser un asceta y se marchó diciendo: « Cuando me necesites piensa en mí y yo apareceré
               ante ti ».
                   Y fue así que Vyasa nació de Satyavati por medio de Parasara. Y el gran sabio Dwai-
               payana, adivinando que la Virtud estaba destinada a perder en cada yuga uno de sus

                 24 Dwaipa: Isleño, natural de una isla.
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