Page 111 - Egipto Tomo 1
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A TEAYES DE LA DELTA             91
              desembocadura:  el  occidental ó canópico,  deslizóse por  la  bolbitínica,  abierta en  otro
              tiempo por la mano del hombre,
                                  y formó el brazo de Roseta en el cual nos encontramos.
              La» ramas  principales,  existentes  en  otros tiempos, han  desaparecido completamente:
              algunas de las ramas secundarias, relativamente modernas, enriqueciéronse con el caudal
              de aquéllas, siendo hoy dia casi las únicas por medio de las cuales las del Nilo llegan al mar.
                                                                     la
                La red de los canales de la Delta ha cambiado hasta tal punto con posterioridad á
              época de  los  Romanos,  que actualmente  es  poco  ménos  que  desconocida; debiendo
              extenderse á la vegetación á que daban vida,
                                           lo que decimos de las aguas: no sólo  el
                  el papiro, sino también  los abundantes  cereales que en  la comarca crecian, han
             loto y
                                    y hoy sobre aldeas y caminos proyéctase la sombra
             cedido su lugar á nuevas plantas,



















                                     ALDEA DE LA DELTA
             de  árboles  de nuevas  especies. Debemos  sin  embargo  consolarnos de  tales pérdidas
             considerando que todo  el  país  arrebatado  al  cultivo  por  los mamelucos y  los  turcos,
             ha  sido  reconquistado  por  las  previsoras  administraciones  de Mohamed—Alí,  de  su
             familia y  del  jetife  Ismail.  La  frase  de  Bonaparte  de  que con una buena adminis-
             tración  el Nilo rechazaría  el desierto, y con una administración desacertada el desierto
             invadiría  el  Nilo,  ha  encontrado realización completa. Actualmente cuando  se  recorre
             en Octubre  la comarca  vecina  á Damanhur,  sorprende agradablemente  el  espectáculo
             de frondosos maizales, que sembrados nueve semanas antes,  ostentan ya sus doradas
             panojas, en  disposición de  ser arrancados,  en los lugares mismos  en  que  el  ejército
             francés, en medio del desierto, experimentaba la escasez, por no decir el hambre.
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