Page 148 - Egipto Tomo 1
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soledad de hoy. represémoseme el pasado de
Formando contraste enorme con la tristeza y
Tanis por demás alegre y animado.
En Thinis, cerca de Abydos en el Egipto superior, desarrollóse el poder de los faraones.
Las primeras generaciones fundaron Memfis, y la civilización del a alie del Nilo cieció
con notable rapidez y se propagó desde la primera catarata hasta las orillas del Meditei
raneo. Tribus de procedencia semítica, venidas de las regiones del Este, estableciéronse
con carácter de permanencia en estos lugares, ya en la época de los constructores de
pirámides. De ellas unas apacentaban sus rebaños en los lugares pantanosos que forman
al presente el lago Menzaleh, en tanto que otras atravesando sobre ligeros esquifes el
mar proceloso, mirado con horror por los Egipcios, establecían depósitos y factorías en
las regiones orientales del Nilo. A principios del siglo trigésimo antes de Jesucristo, los
extranjeros comenzaron á oprimir á los Egipcios, á quienes acabaron por someter com-
pletamente. Sus príncipes residían en Heracleópolis, á corta distancia de Tanis, en la
frontera oriental del nomo Sethroite; se apoderaron del trono de los faraones, y rigieron
como señores las comarcas del valle del Nilo, hasta el instante en que los descendientes
aniquilarlos. A últimos del
de los reyes egipcios destronados consiguieron vencerlos y
principios del vigésimo quinto , una familia originaria de Tébas
siglo vigésimo sexto y
reunió bajo su cetro el Egipto entero inclusos los dominios de esos extranjeros. Los
Amenemha y Ousertesen, de quienes tendremos frecuentes ocasiones de hablar, erigieron
en Tanis soberbios santuarios en honor de los dioses egipcios, y en ellos colocaron ante
su trono sus propias estatuas esculpidas en dura piedra: además de esto fortificaron la
frontera oriental de su país; pero convencidos de su propia fuerza, consintieron el ingreso
en el Egipto á los inmigrantes semitas que les prestaban homenaje y les ofrecian presentes.
La duodécima dinastía, después tan importante, extinguióse en cabeza de una mujer, subien-
do al trono de los faraones una raza ménos fuerte, en los precisos momentos en que una
inmigración semita, procedente del Asia anterior, invadía á pié y á caballo las comarcas
del Sud. Los Egipcios trataron de rechazar las hordas salvajes que sobre ellos se precipi-
taban ; mas fueron vencidos , no quedando á sus reyes más recurso que retirarse al Egipto
superior, en tanto que los asiáticos, estableciéndose en las comarcas de la Delta, forti-
ficaban sólidamente á Pelusa, llamada también Avaris, y elegían á Tanis para residencia
de sus reyes. Pronto se aliaron con las gentes de su raza que hallaron instaladas en las
márgenes del Nilo, las cuales no tardaron en experimentar los efectos de la ley histórica
en virtud de la cual los conquistadores de un país más civilizado deben adoptar los usos
v costumbres del vencido, y se ven forzados a la sumisión como consecuencia precisa
de su triunfo. A esos tales le conocemos con el nombre de Hyksos, que tanto vale como
príncipes de los schosu ó beduinos; sabiendo, por los escasos monumentos que de su
época han llegado hasta nosotros al través de los siglos, que se asimilaron completamente
la manera de ser egipcia, hasta en aquello que concierne al arte. Como los faiaones, con
el propósito de representar simbólicamente su propia persona, mandaron construir esfinges