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MEMPHI3. LAS PIRAMIDES 177
muerte la tumba del faraón; háblase con todo de un harem, que, según parece no fue lo
que los musulmanes expresan con semejante palabra; sino un edificio en que vivían las
mujeres consagradas al servicio de la pareja real, y que los reyes se trasmitían de unos
á otros por via de herencia. La manía de construir, que era la pasión dominante de la
época, nos sale al paso á cada instante en esta necrópoli, cosa que no debe causar sorpresa,
puesto que constituye la ocupación más propia á que puedan entregarse los príncipes
poderosos. En rigor puede decirse que aquí tuvo su origen, y que luego, pasando de una
á otra raza, fué trasmitiéndose á los diferentes reyes egipcios, y hasta á muchos de los
miembros de la familia de los Tolomeos. Un historiador dotado de grande ingenio ha dicho,
no recordamos donde, que no puede imaginarse símbolo material más sólido del poder de
un soberano que una construcción grandiosa. Por nuestra parte participamos de semejante
opinión, pues el mero hecho de la ejecución rápida de un edificio de vastas proporciones, para
el cual es indispensable el empleo de fuerzas enormes, constituye por sí mismo una como
personificación del soberano que la ha dispuesto, siendo además precioso legado que hace
á épocas más venturosas. Los faraones que construyeron las pirámides, entregáronse á
esta pasión con todo el ardor de que eran capaces, y por lo mismo no debe sorprender
el que concedieran á los arquitectos un sitio de honor entre sus cortesanos, y ménos aún
el que muchas de las tumbas más bellas que estamos visitando pertenezcan á los que
fueron arquitectos en jefe de los distintos faraones.
En muchas de las tumbas que aquí visitaremos no existen las numerosas habitaciones
funerarias que encontraremos en las que podremos examinar durante nuestro viaje al
Egipto superior; pues no son cámaras practicadas en la peña, sino mausoleos aislados,
levantados al aire libre, á las cuales llaman los árabes mastaba (bancos). Labradas con
si bien sus paredes se inclinan un poco en su parte
sillares, su base es rectangular; y
superior, el conjunto afecta la forma de pirámide, truncada á corta distancia del suelo.
Cada una de las mastabas se compone de una cámara principal y de un nicho, generalmente
tapiado, que se llama serclab (corredor), en el cual se halla frecuentemente la estatua del
difunto. El pozo ó sepultura en que se despositaba el cadáver, hállase generalmente
en la parte occidental del edificio ; probando los restos humanos que en ellos se han
encontrado, que el arte de embalsamar distaba mucho, en tiempo de los constructores
de pirámides, de ser lo que fué más tarde. Así como en éstas la puerta de entrada se
encuentra en la cara septentrional, en las mastabas casi siempre se halla en el lado que
mira á oriente. En las jambas de piedra vese puesta en la parte superior, á guisa de adorno,
la imágen del difunto, constituyendo el dintel una piedra cilindrica, labrada indudablemente
á imitación del tronco de palmera, que se ve aún en las chozas de los felahes. En cuanto
á los muros interiores de tales monumentos se hallan completamente cubiertos de las
representaciones á que antes nos hemos referido, que son reproducción de escenas de
la vida del difunto. Sólo á personas ricas y de gran distinción era dable hacerse construir
sepulcros tan costosos y duraderos, y esta consideración, que á cualquiera se le ocurre,
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