Page 192 - Egipto Tomo 1
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178                MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
                 confírmanla plenamente los cuadros y  las leyendas que doquiera nos ofrecen  al difunto
                 rodeado de riquezas y  tal cual fué en vida. Es por demás raro encontrar una sola alusión










                                      DEGÜELLO DE ANIMALES SACRIFICADOS
                á la muerte ó al otro mundo;  y es que los individuos que, formando el duelo, se reunian
                en la mastaba, no debian en manera alguna lamentar la desaparición del padre, del hermano,
                del señor, sino considerar que constituia para siempre jamás uno con  Osiris,  es decir
                un dios al cual podía honrársele por medio de ofrendas; pero de modo alguno derramando
                                                    estéril llanto. Al que gozaba eter-
                                                    na bienaventuranza, complacíasele
                                                    presentándole ofrendas proceden-
                                                    tes de sus heredades,  y por  lo
                                                    tanto en su obsequio se degollaban
                                                    bueyes  y  gacelas,  y por medio
                                                    de  listas grabadas en  la  piedra,
                              REBANO DE ASNOS       ofrecíasele como en virtud de do-
                cumento solemnísimo, para cada uno de los dias del año, el catálogo de pan, carne, volatería,
                legumbres,  pasteles y leche con que se  le quería festejar. Pronunciábanse plegarias en
                su obsequio, mas esos hombres, hijos de una época primitiva, conservaban siempre en
                su memoria como  grato recuerdo,  al que en vida habia sido uno de ellos; con  el cual
                                           habian estado unidos por los vínculos del amor,
                                           de la amistad,  del reconocimiento ó de  la de-
                                           pendencia; y de cuya fortuna y satisfacciones
                                           habian sido partícipes. No había persona dis-
                                           tinguida que no  fuera propietario  rústico:  las
                                           riquezas no  consistían en  metálico, — pues  la
                                           moneda no se conocía aún,—sino en tierras de
                    EL SEÑOR URCHU INSPECCIONANDO SUS CAMPOS  labor, praderas,  plantíos de papiro  situados á
                la márgen  del rio,  siervos que  se dedicaban á  las diferentes ocupaciones que exigia  el
                cultivo, y animales domésticos de casi todas las especies que nosotros conocemos. Algunos
                otros llegaron  á domesticar,  tales como  el antílope y la garza real, que hoy han vuelto
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