Page 212 - Egipto Tomo 1
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MEMPHIS. LAS PIRAMIDES          201
               lugar Hou , después Belhit, que significan guardián, y por los griegos Agathodémon. Hase
               atribuido á todos los faraones una encarnación terrestre del dios solar, y de aquí que los
               reyes eligieran con preferencia la forma de la esfinge para representar alegóricamente la
               naturaleza divina de su  sér. Por  el cuerpo del león poderoso y pronto á enardecerse,
               elevábase  el espíritu hasta la concepción de una fuerza material ardiente é irresistible: de
               la misma manera que por la cabeza humana, se remontaba á la concepción más elevada
               de la fuerza intelectual. Xo puede concebirse pues inspiración más  feliz, que la que dió
               por resultado la unión de estos dos elementos, como símbolo de un sér al par omnipotente
               y omnisciente.
                 La creación de  la esfinge es anterior á los tiempos de Cheops  : pero no se terminó
               hasta el reinado de Chefren que la dedicó á Harmakis: tal por lo ménos se desprende de
               una estela de grandes dimensiones, literalmente cubierta de jeroglíficos, adosada al pecho
               de la colosal escultura, que consigna además que en tiempo de los monarcas de la décima
               octava dinastía (por los años 1500 antes de la era cristiana), había sido ya indispensable
               limpiar el monumento de  la arena que  lo cubría. Tutmosis IV en  los primeros tiempos
               de su reinado, solia entregarse á la caza del león y de la gacela por aquellos alrededores,
               y cuando descansaba en esas cercanías, tributaba sus respetos á Harmakis, es decir, á la
               esfinge. En cierta ocasión en que se durmió á la sombra del gigante soñó que la divinidad
               le hablaba, «como un padre á su hijo,» para rogarle que la librara de  la arena que  le
               oprimía. Al despertar no echó en olvido  la súplica celeste, y en recuerdo de semejante
               visión y de las excavaciones practicadas á consecuencia de  la misma,  erigió una  estela
               conmemorativa que se conserva aún, bien que algo mutilada.
                 Otras inscripciones existen, de tiempos á los nuestros más cercanos, que nos hablan
               de las luchas sostenidas contra las arenas, que ora subiendo paulatinamente, ora impulsadas
               por  el Khamsin, asaltaban  el monumento en ardientes y densas nubes. Entre los textos
               redactados en lengua griega existen algunos notables versos del historiador Arriano: de
               las restantes la mayor parte tienden simplemente á conmemorar las visitas de los Césares,
               y  los trabajos de restauración practicados, ya en  el pavimento sobre el cual descansa la
               esfinge, va en la pared que la ponia á cubierto de la invasión de las arenas. En los últimos
               tiempos no se ha levantado una mano siquiera para  librarla de  la destrucción: ménos
              que esto, ó peor que esto todavía: puesto que en el siglo último los mamelucos, en sus
              ejercicios de artillería, disparaban tomando por blanco el rostro del Padre del espanto, ese
              rostro del cual dijera Abd-el-Latif que tenia impreso el sello de la belleza y de la dulcedum-
              bre, y se hallaba animado por sonrís encantador. Cuando se le preguntaba á dicho viajero
              qué era  lo más maravilloso que había  visto, contestaba sin vacilar: «Las proporciones
              »armónicas de la cabeza de la esfinge.» Destruida hoy su nariz por las causas que dejamos
              expresadas, esa figura 'gigante ofrece el repugnante aspecto de un negro.
                ¿Por qué muestra el hombre tanta predilección en destruir las obras del hombre? Xi
              las pirámides se han librado de la atrevida mano del demoledor, ó del devastador cuando
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