Page 209 - Egipto Tomo 1
P. 209
198 MEMPHI8. LAS PIRAMIDES
Mas hora es ya de que dejemos las sofocantes, tenebrosas y polvorientas cámaras del
interior y nos dirijamos á la segunda de las pirámides, facilísima de distinguir de las
demás, no sólo por sus dimensiones, sino también por las losas de granito que en perfecto
estado de conservación sirven de revestimiento á la parte superior. Su construcción se
debe al segundo sucesor de Cheops, Chefren, llamado por los egipcios Chafrá, según en
otro lugar dejamos dicho. Nada hay en su interior que merezca llamar la atención; pero
en cambio á corta distancia, hácia el Sudoeste, se levanta un pequeño edificio cuadrado,
en el cual, según parece se reunian los más devotos á la memoria del rey, con el objeto
de honrar sus manes. Débese á M. Mariette el descubrimiento de semejante edificio, que
durante centenares de años había permanecido sepultado en la arena, siendo también este
ilustre egiptólogo quien determinó, podríamos decir con completa exactitud, el nombre del
fundador, merced á la circunstancia de haber encontrado en un pozo lleno de agua, que en
su interior existia y que al presente está de nuevo terraplenado, nada ménos que siete
estatuas de Chefren, al cual se debe la pirámide. La mayor parte de las mismas lleva el
nombre de dicho príncipe: de ellas la mejor y más bien conservada ocupa lugar de distinción
en el museo de Bulak, en el cual la encontraremos. Digamos entre tanto que está labrada
en diorita, de tal dureza, que examinándola, hace algunos años, en compañía del entendido
escultor Drake, oí de sus labios que no sin temor ensayaría el cincel en materia tan
resistente. Pues bien, esta circunstancia no fue obstáculo para que la obra resultara acabada
en todas sus partes, hasta tal punto, que el rostro , tratado de una manera bastante realista,
retrata perfectamente la severidad, no desprovista de afabilidad, que constituía el rasgo
característico del soberano. Por lo demás, tan acabado pulimento, aún tratándose de
diorita, no debe sorprendernos, si fijamos la atención en el edificio en que fueron descubiertas
las estatuas. Hállase construido con sillares de granito y de alabastro, y con sólo verlas
se comprende que los obreros que las labraron, y pulimentaron con gran diligencia, eran
capaces de esto y mucho más, pues, como suele decirse, sabían donde tenían la mano
derecha. La disposición del edificio de que se trata no por ser muy sencilla deja de ser
en alto grado interesante, por lo mismo que constituye el único ejemplar de un edificio
en forma de templo que de tan remotos tiempos haya llegado hasta nosotros. El ángulo
recto impera en él: la pilastra no se separa del muro, de suerte que no ofrece todavía
el carácter distintivo de la columna, y por último, no se distingue en las paredes inscripción
alguna, por la cual pueda venirse en conocimiento del uso á que estaban destinadas las dos
grandes cámaras laterales en forma de T, ni los nichos ú hornacinas, semejantes á alacenas,
practicadas en el granito y el alabastro. Muchas de las grandes losas que cubrian la nave
en forma de cruz, si así nos es lícito expresarnos, descansan todavía sobre las pilastras
de granito. ¿De qué manera, ó mejor en qué consistían las ceremonias que se celebraban
misteriosamente en el interior de este edificio? ¿De la invención de esculturas repre-
sentando cinocéfalos, que entre la arena se han encontrado, puede deducirse que se prestaba
en él culto especial al dios Thot, al cual estaba consagrado el animal referido? ¿Las estatuas