Page 206 - Egipto Tomo 1
P. 206

194  »             MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
                 » destruirlos,  sino  el  deformarlos  á  fin  de  darles una  aplicación que nunca debieron
                 Atener.
                   Que las pirámides no han sido respetadas, y que á ellas han llegado manos criminales,
                 no tenemos porque  decirlo. Prefectos codiciosos penetraron en su interior en tiempo de
                 los romanos: durante la dominación árabe, los dueños del país se encargaron de llevar á
                 cabo por  sí mismos la violación, con todo y que nada tenia de fácil; y como nada más
                 descubrieron que sarcófagos vacíos y cadáveres, procuraron justificarse ante sus súbditos
                 de las sumas que habian derrochado inútilmente, difundiendo la voz de que habian encon-
                 trado sumas que importaban exactamente lo gastado en  las operaciones practicadas para
                             descubrirlo. Al penetrar los operarios de Mamun (813  d.  J. C.) hijo
                             de Harun-er-Raschid , cuyo nombre han hecho popular las Mil y una
                             noches, después de prodigiosos esfuerzos, en el interior de la pirámide de
                             Cheops, encontraron, según se cuenta, un tesoro y una losa de mármol,
                             sobre la cual se leían las siguientes palabras: «El rey Soundfo, hijo del
                             »rev Soundfo, en el año Soundfo, abrió esta pirámide, gastando en esto
                             »una gran suma. Nosotros  le indemnizamos los gastos que ha hecho;
                             » mas  si continua en sus investigaciones, después de invertir en  ello
                             » mucho dinero, no alcanzará resultado alguno.» Lo cierto es que nadie
                             ha resultado rico de buscar tesoros en las pirámides; y aún cuando sea
                             cosa corriente hablar de objetos fabulosos que aquí se han encontrado,
                             no debe ocultarse que toda exploración practicada en las pirámides con el
                             propósito referido ha sido considerada como un crimen, al cual seguía
                                    comunmente  la venganza, y en ocasiones hasta la muerte.
                             de cerca y
                               Los decididos é infatigables ingleses, que gastando cantidades enor-
                             mes exploraron las pirámides hace más de cuarenta años, no encon-
                             traron en ellas oro m plata; pero  sí objetos de gran valor  científico,
                             siendo la tercera , á la cual dan ios árabes el nombre de  Ict encai nada,
                             ó la roja, á causa de su revestimiento de losas de granito, que por
                                                                     Chefren,
                             lo acabado de sus partes es muy superior á las de Cheops y
                  COFRE DE MADERA DE
                    men-ka-p.a  la que más abundantemente recompensó sus afanes. En ella encontraron
                 no sólo cámaras interiores, por demás interesantes, sino también un saicófago de basalto
                 oscuro, embutido de piedra azul, y la parte interior del cofre ó ataúd momiforme, de madeia,
                 que había contenido el cadáver del rey,  el cual en su parte superior contenia una inscripción
                 de la cual resultaba estar Herodoto en lo cierto, al dar el nombre de Mvkerinos (en egipcio
                 Menkara) al constructor de la tercer pirámide. El venerable sarcófago fuese al fondo del mar
                 con el buque que lo transportaba á Inglaterra, el cual naufragó cerca de las costas de España:
                 en cuanto al ataúd de madera se conserva en el Museo Británico, no ofreciendo su inscrip-
                 ción la menor dificultad al inteligente traductor. Dice así:
                   «Osiris, rey del Egipto inferior y del Egipto superior, Menkeorá, que gozas vida eterna,
   201   202   203   204   205   206   207   208   209   210   211