Page 201 - Egipto Tomo 1
P. 201

.





                  133               MEMPHIS. LAS PIRAMIDES
                  En la construcción de la de Cheops ocupáronse durante veinte, y acaso treinta anos,
                cien mil hombres,  que eran  relevados  cada  tres meses.  El  cicerone  ó dragomán que
                acompañaba á Herodoto,  le leyó una inscripción en la cual se consignaba que en rábanos,
                     cebollas para  la manutención  de  los trabajadores, habíanse gastado nada menos
                ajos y
                que  seiscientos  talentos, que  es como  si dijéramos 10.775,000 pesetas.  Cifra que hace
                prorumpir al historiador en  la siguiente exclamación: «Si esto es cierto, ¡á cuánto habrá
                                                    manutención de los trabajadores!»
                »ascendido el coste de los útiles, herramientas, vestido y
                Sin creer que  la cifra sea exagerada,  ni mucho menos, participamos de la impresión del
                escritor  griego,  limitándonos  á  añadir que  la  inscripción  de  que hace mérito no  se
                encontraba en manera alguna en la pirámide, pues carecia de figuras y  jeroglíficos, sino
                en  el interior ó en  el exterior de una de las tumbas vecinas á la misma.
                  Mas nuestros compañeros nos apremian, deseosos de penetrar en el mausoleo de Cheops,
                va que las galerías y aposentos de los demás no pueden al presente recorrerse &in gi ande&
                precauciones, que con todo no destruyen  el peligro real que la visita trae consigo; con  la
                circunstancia de que las diferencias que en su disposición pueden observarse sólo tienen
                interés para  el estudioso. En todas se nota idéntica desproporción entre  la magnitud de
                       lo exiguo de las dimensiones que revisten los espacios utilizables que encierran;
                la obra y
                falta de armonía que se explica, y hasta parece natural en cuanto se considera que  el
                propósito del arquitecto reducíase á construir un monumento casi totalmente cerrado a de
                acceso  difícil, destinado á que descansara en paz  el cadáver que debía contener.
                  Una visita al interior de las pirámides tiene muy poco de agradable  ; pues al paso que
                el calor aumenta al compás que se penetra en  el interior, llegando al punto de ser inso-
                portable, molesta también de una manera indecible el hedor proveniente de los murciélagos
                                                   aposentos hoy día inaccesibles. En
                que en número prodigioso habitan en  las cámaras y
                Egipto no se tiene idea de la «fresca bodega» de nuestras poesías populares; pues en sus
                subterráneos se experimenta constantemente  la temperatura media del lugar en que  se
                 encuentran, que en  el Cairo es de unos 21 grados Réaumui
                   En todas las pirámides la entrada se encuentra situada en la cara septentrional, hallándose
                 en la de Cheops á la altura de la décima tercia hilada de sillares. Encendimos las antorchas
                 que llevábamos á prevención, y  penetrando en  el  interior,  siguiendo constantemente  la
                 misma dirección, llegamos á un punto en que se ve un enorme pedrusco de granito,, que
                 encajaba con el techo, y se dejaba caer para cerrar el paso, en cuanto se habia depositado
                 el cadáver en el sarcófago. Por nuestra parte lo rodeamos; pues, como los que un tiempo
                 fueron en busca de tesoros no consiguieron romperlo, practicaron un galería en  el muro
                 decididos á seguir adelante. Por ella subimos á un corredor largo y de menguada elevación,
                 en el extremo del cual se abre un pasadizo horizontal que conduce á la cámara de la rema,
                 donde comienza una galería más estrecha; pero más ele\ada, á lo laigo de la cual  }
                 marchar perfectamente incorporados y  por consiguiente respiiai  con  libeitad. La lu
                                                             pulimentadas piedras
                 las antorchas y de las bujías reflejábase perfectamente en las lisas y
   196   197   198   199   200   201   202   203   204   205   206