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MEMPHI8. LAS PIRAMIDES 185
Merced á semejante trabajo sabemos la razón porque tal rey se hizo elevar un monu-
mento de dimensiones gigantescas, al paso que otro se contentó con una tumba mucho más
pequeña: porque motivo encontramos únicamente una sola pirámide sin concluir: qué causas
influveron en el ánimo de Cheops para que se decidiera á comenzar una obra para cuya
terminación no podía bastar en último resultado la duración media de un íeinado, siendo
así que no tenia motivos para esperar que le dieran cima sus sucesores, atentos á labrar
sus tumbas correspondientes.
Es pues el caso, que en cuanto subia al trono un Faraón, principiaba á edificar su
mausoleo, que al principio se reducía á un edificio de pequeñas dimensiones, afectando la
forma de una pirámide truncada, con caras casi verticales. En cuanto le asaltaba la muerte,
pero no antes, sobreponíase sobre esta base, núcleo ó como quiera llamarse, una punta ó
vértice cuyas caras ó planos prolongábanse hasta el suelo. Si terminada la obra del que
podríamos llamar primer núcleo ó armazón, habia tiempo y fuerzas para ello, cubríase
la pirámide truncada con una nueva capa de bloques formando peldaños, y así sucesi-
vamente hasta el instante en que
,
toda mera adición, constituía por sí
misma una verdadera obra de gigan-
tes. En cuanto se trataba de termi-
nar el monumento, era siempre
indispensable comenzar por elevar
el vértice; después se construían los
peldaños superiores y por último se
llevaban á cabo los más próximos
al suelo. Respecto del particular nos
da gran luz la llamada pirámide PIRÁMIDE DE DAIISIIUR
truncada de Dahshur: pues su exá—
men nos demuestra que se le puso el remate, habiendo prescindido de su conclusión
por la parte inferior, el monarca no muy piadoso que le sucedió. En suma: no cabe
dudar que las pirámides se terminaban de arriba abajo, y lo revela más aún la disposición
de las piedras con que se formaban los peldaños, cuyo corte era tal. que podían
fácilmente mantenerse en el sitio en que se las colocaba, según puede verse por la figura
la cual nos demuestra que semejantes bloques, cuyas vastas super
siguiente,
1 adherían perfectamente entre sí, podian sostenerse durante miles de
ficies se J
años, por su propio peso, tan perfectamente como si estuvieran unidas con la mejor
argamasa. No hav para que decir que el revestimiento hecho Con losas de piedra pulimentada
que se conserva aún en las pirámides de Cheops y Mykerinos, practicábase igualmente
partiendo del vértice.
Sabemos pues que la magnitud de las pirámides aumentaba al compás de la duración
de la vida del constructor, que podía terminarlas en cuanto lo tenia por conveniente,
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