Page 238 - Egipto Tomo 1
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224 EL CAIRO
imaginación ardiente del poeta ha querido pintar los encantos de la ciudad, empleando tonos
no ménos ardientes que aquellos con que el sol en su ocaso tiñe las regiones de Egipto;
mas el que una vez siquiera ha contemplado desde lo alto de la ciudadela aquel frondoso
allá á lo lejos, en los confines del horizonte,
el Xilo, y
bosque de esbeltos alminares, y
las gigantescas pirámides; el que ha recorrido sus calles y callejuelas, sus mezquitas a sus
bazares, sus plazas y sus jardines; el que ha participado de aquella vida activa, febril,
agitada, tumultuosa que llevan sus habitantes, por más que su cabeza sea indiferente a
los placeres de la imaginación, y su pecho insensible á los halagos de la poesía, no podrá