Page 240 - Egipto Tomo 1
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EL CAIRO 227
cavidades circulares practicadas en el suelo de dichos miradores, se colocan las goullehs 1
(alcarrazas) fabricadas de tierra porosa que se emplean para refrescar el agua. Tales callejas,
verdaderamente orientales, tan estrechas que á duras penas cogen dos jinetes de frente,
ofrecen constantemente al cairota, una som-
bra y una frescura, que se las hace más
gratas, y con razón, que las espaciosas calles
de los barrios modernos.
Continuando nuestro paseo al través de
una de las principales arterias de la ciudad, al
pasar ante la elevada puerta de una mezquita,
observamos un grupo de musulmanes que se
separaron cortesmente para dejar paso á cier-
tos frailes franciscanos que según parece,
estaban celebrando consejo junto á la casa de
Alá. Más adelante desembocamos en una callv
más espaciosa, en la cual pululan hombres,
caballerías y carruajes: aquellos charlan ó se
llaman : óyese continuamente el rebuzno de
los jumentos ó el ronquido de los camellos;
pero jamás hiere el oido el fragoroso estrépito
producido por el rodar de los carruajes, ya
VENTANAS PROVISTAS DE MASCHREBIGEH
que, á diferencia de lo que se observa en las
ciudades europeas, las calles, muy regadas siempre, carecen de empedrado. Tras penosos
esfuerzos hemos logrado abrirnos paso entre la apiñada muchedumbre, y nos encontramos en
solitaria, circuida de casas semi—arruinadas , encima de las
medio de una. plaza desierta y
cuales revolotea una bandada de avestruces, en tanto que enjambres de perros dispútanse
piltrafas. Cubren el suelo montones de escombros
huesos y
estiércol sobre los cuales á duras penas crece la hierba,
y
v á dos pasos , detrás de una pared de cerca, crecen lozanas
las plantas de todas las latitudes, hermoseando el frondoso
jardin de un vecino acomodado. Delante de la puerta del
parque, un eunuco jinete en arrogante corcel, riquísima-
perros callejeros mente enjaezado, dirige torva mirada á unas hermosas
riéndose á carcajadas, pasan á escape en su carroza
europeas, que descubierto el rostro y
de Viena, precedida del indispensable andarín que abre paso á los caballos á través de la
muchedumbre, hasta tanto que se detienen delante de un magnífico almacén, en cuyos
caprichoso han inventado las capitales
escaparates se halla reunido cuanto más moderno y
precisamente delante de aquel, un árabe, arrastrando
de Europa para el adorno de la mujer: y
* De goullehs, galledas, eat;?