Page 372 - Egipto Tomo 1
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EL CAIRO
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                dividíanla en dos porciones iguales y de ellas batian  la una hasta dejarla reducida á una
                torta muy delgada que colocaban en un utensilio de cobre destinado á este objeto, provisto
                de asas muy resistentes. Encima de aquélla extendíase un picadillo de carne de ternera
                sobre la cual descansaban los cuerpos de treinta corderillos asados, rellenos á su vez de
                carne  picada aromatizada con  alfóncigos molidos, pimienta, gengibre,  canela, macigo,
                coriandro, comino, cardamomo y nuez moscada, rociándose el conjunto con agua de io»a»
                         En los espacios que dejaban los corderillos y entre uno y otro colocábanse
                v almizcle.
                           otras tantas pollas, con más cincuenta pajarillos  tales como codornices,
                veinte pollos y
                                           rebozados en yema de huevo; cocidos otros en
                alondras,  etc., rellenos unos de carne y
                 vino dulce ó en zumo de limón.  Servian de complemento á todo este aparato, pastelillos
                ojaldrados  rellenos unos de carne, otros de sabrosas  confituras, y  á veces de quesos
                       ,
                 v natillas. Dispuestos tales elementos en forma de cúpula vertíase aceite aromatizado con
                 esencia de rosas, almizcle y  polvo de aloes, y  preparándose la otra mitad de la masa del
                 mismo modo que  la primera,  cubríase  el  todo  de manera  que no quedara  resquicio
                 por donde pudieran escapar  los vapores, y en  tal situación se introducía en  el homo.
                 En cuanto  la masa estaba en  su punto,  lo  cual  se conocía por  el  tinte dorado que
                 tomaba,  sacábase de  él, enjugábase  la grasa con una esponja, rociábase de nuevo con
                                    se juzgaba en disposición de ser servida á los reyes y á
                 esencia de rosas y  almizcle, y
                 los grandes señores, especialmente en las partidas de campo, ó en las expediciones vena-
                 torias. pues sobre contener tantos y tan diversos manjares podía trasportarse fácilmente,
                                                      tardaba mucho en enfriarse.
                 no se rompía, ofrecía buen aspecto y  más grato sabor y
                   La  Persia y  más  tarde  las regiones de Andalucía producian  la  esencia  de  rosas
                 más preciada; Basara el más afamado aceite de palma;  la Armenia la más rica esencia
                                                    la esencia de violetas, y el Egipto
                 de cinamomo; Kufa  el  clavillo ó clavo de especia y
                 el suave perfume  del  lirio; mas con todo esto,  lo mismo durante los  calificas que en
                 la época de  los Faraones dábase  la preferencia á  los aromas procedentes de  la Arabia
                 meridional y de  la  costa de  los Somalí.  El consumo que debió hacerse de perfumes
                 en los tiempos de esplendor del Egipto musulmán es incalculable; pero puede formarse
                      ello considerando que en virtud de un precepto religioso los musulmanes debían
                 idea de
                 perfumarse todos los viernes; que los cadáveres  se bañaban en  aceites odoríferos;  que
                                 de dulce se perfumaban con esencias vegetales; que  la moda
                 los sorbetes y  los platos
                 exigía que en las casas ricas se respirara un ambiente embalsamado, \ que se peí fuma
                 el  papel en que  se  escribían  las cartas y  los regalos que  se hacían unas a otras  las
                 personas conocidas. Las mujeres se bañaban en agua perfumada, los hombres se daban
                 en  la barba y  cabellos con pomadas de suave  olor, y unos y otros empleaban para su
                 aseo jaboncillos olorosos  rosados,  amarillos  y  verdes. En  las grandes  festividades  se
                 quemaban perfumes en todas  las  calles de  la ciudad,  á  fin de que hasta  los vecinos
                 más pobres, respirando tan grato ambiente, experimentaran una sensación de placidez y
                 bienestar.
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