Page 390 - Egipto Tomo 1
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310 EL CAJEO
Saladino antes de morir firmó paces con los cruzados. En cuanto á sus hijos — dejó diez
y siete varones y una hembra, — recibieron en herencia el Egipto, la Siria, la Arabia y una
parte de la Mesopotamia. Ya en vida distribuyó tan ricos estados entre los tres primeros de
sus hijos, concediendo á los demás diferentes ciudades y provincias que gobernaban en
calidad de príncipes.
A su hijo Melik el-Aziz, sucedióle Melik el-Adil, hermano de Saladino, al principio como
regente de su sobrino, que se hallaba en la menor edad: más tarde, y después de haber
depuesto á su pupilo, que contaba sólo diez años, como sultán independiente. Al nombre que
llevaba antes de subir al trono, unió el de Seif ed-din Abu-Bekr, estampando en sus
monedas, y otro tanto hicieron algunos de los miembros de su familia, al lado de su nombre,
el del califa abbásida, incapaz, cuya soberanía reconocía. El águila heráldica de dos cabezas
que campea en una de las que reproducimos á continuación, se distingue en algunos de
los antiguos monumentos del Cairo.
Difíciles tiempos sobrevinieron á los pueblos musulmanes del Asia oriental y de la Siria,
después de la muerte de Melik el-Adil; pues los príncipes de la dinastía de Eyub estuvieron
MONEDAS DE MELIK EL-ADIL (SEIF ED-DIN ABU-BEKR, HIJO DE EYUB). LA INSCRIPCION LE NOMBRA «REY JUSTICIERO»
envueltos en perpetuas luchas que mútuamente sostenían: el Egipto tuvo que sufrir el
ataque de los cruzados; Damieta cayó en sus manos, Melik es—Salekh, nieto de Saladino,
venció y guardó prisionero en Mansurah á Luis IX de Francia; los mogoles destruyeron los
antiguos estados del continente asiático, sometieron la China, y llevaron su destructora
invasión hasta el corazón de Europa; y cuando el penúltimo de los representantes de la
dinastía de Eyub, Melik es-Salekh, — el último fue asesinado pocos meses después de haber
subido al trono — resolvió formar una guardia valiente y decidida, y completamente adicta a
su persona, semejante á la que habían tenido sus antecesores de la dinastía abbásida,
facilitaron por todo extremo la realización de su proyecto las empresas llevadas á cabo por
las
los mogoles, toda vez que muchas de las tropas vencidas, especialmente las turcas y
carizmias, emigraron á otros países con objeto de alistarse en las filas de los ejércitos
respectivos, no faltando tampoco esclavos turcos, prisioneros de guerra á quienes nadie mejor
que el soberano de Egipto podía ofrecer muy buenos gajes. La medida, sin embargo, distaba
mucho de ser política, y así cuidó de advertírselo á Melik es-Salekh, á quien no vacila en
llamar príncipe bondadoso y justo, cierto poeta que expresó sus temores en estos término».
«Hoy contemplamos á los hijos del alto Saladino dirigiéndose á los mercaderes en busca de
» esclavos: mas no pasará mucho tiempo antes de que los esclavos los conduzcan á su lez al
»mercado para venderlos como tales á quien quiera comprarlos.»