Page 44 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRIA ANTIGUA
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famosa estatua de Yénus en la cual podemos contemplar cuanto la imaginación
excede á la “belleza. A cada uno de sus lados, cual otros tantos Traviesos Cupi-
dillos, erguíanse hermosos rapaces armados de abanicos de mil colores; y el
blando céfiro por ellos despertado inflamaba las delicadas mejillas que pretendía
refrigerar, deshaciendo así la obra en que se empleaba, bus damas todas atavia-
das de Nereidas, cual otras tantas sirenas, prontas á obedecer á la menor señal,
servían de ornamento al buque con las graciosas curvas de su cuerpo: en la
popa veíase una sirena que aparentaba gobernar. Las séricas estofas crujían
bajo la suave presión de las manos semejantes á flores, que con toda perfección
cumplían su oficio. De la lancha desprendíase embriagador, sin par perfume,
cuyos efluvios inundaban los muelles adyacentes. La ciudad envió fuera de las
puertas, delante de ella, sus habitantes todos, en tanto que Antonio sobre su
trono, permanecía abandonado en medio de la plaza del Mercado.
La vida de deleites que llevaron Antonio y Cleopatra ha pasado á ser proverbial : lo que
derrochó esa enamorada pareja en proporcionarse no imaginados placeres, en la invención
de goces siempre nuevos y en la realización de prodigalidades inauditas, excede á cuanto
buenamente puede encarecerse: no existe otro ejemplo de tan insaciable afan de lujuria y
sensualidad. Las mesas de los festines alzábanse sobre un mar de hojas de rosa: invertíanse
millones en vasos de excepcional rareza y en
manjares exquisitos, y no satisfechos con las
desenfrenadas orgías de que eran testigo los
lechos del palacio, recorrían disfrazados á la
luz de aromáticas antorchas las calles silenciosas
de la ciudad que vacia entregada al descanso.
En los juegos, en las orgías, en las cacerías,
en los paseos en coche, todo era músicas,
cantos, costosos perfumes. Los tesoros de que
disponian parecían inagotables. Cleopatra fué la
primera que, para elevar el valor do un brebaje,
imaginó disolver en él una perla, y llevando
hasta el último punto el refinamiento de la
disipación, juzgó cpie de ningún modo mejor
podía demostrarse , que gastando sumas enormes
VASIJA ALEJANDRINA
en perfumes costosísimos, ya que si las cosas
todas tienen por su permanencia un valor relativo, las esencias de subido precio que se han
empleado en lavarse las manos, nada dejan cuando se ha desvanecido en el aire el último
átomo de su aroma.
El despertar de aquella loca embriaguez fue terrible. Antonio, vencido en el combate
naval de Accio, abandonó cobardemente el campo de batalla, sin llevar siquiera á la pelea su
poderosa infantería, dando completamente al olvido el valor de que tantas pruebas tenia