Page 39 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRIA ANTIGUA 21 —
grandioso hallábanse constantemente dispuestas en un vasto salón abundantes y regaladas
mesas, junto á las cuales se echaban para comer.— pues los griegos comían echados,
los miembros de aquel sabio instituto, agrupándose por escuelas: de suerte que el aristotélico
permanecía junto al aristotélico, el platónico se juntaba con el platónico. Cada grupo
y
debía nombrar su presidente, y éstos reunidos constituían un senado, cuyas sesiones dirigía
un pontífice neutral nombrado por el gobierno.
El edificio era inmenso: rico y artístico el mueblaje de sus salas y patios; y tal la inde-
pendencia de que disfrutaban los sabios que en el mismo se alojaban, que les era dable
ensenar ó estudiar en el retiro y en el silencio más completos.
Durante la vida de Filadelfo fué el Museo el foco al cual convergían todos los rayos de la
vida intelectual, y se explica perfectamente, pues en parte alguna existían los elementos
que el rey había puesto á disposición de los sabios. Filadelfo se afanó en aumentar la
biblioteca fundada por su padre, prodigando á este fin los medios más conducentes y
apropiados á su ordenación, tanto que el caudal de aquel riquísimo depósito, vino á ser
con justicia celebrado por sus 400,000 manuscritos, como la primera y más aventajada
biblioteca de toda la antigüedad. No hay para que decir que la misma se fué enriqueciendo
en lo sucesivo, existiendo motivos fundados para suponer que en tiempo de César, en el
cual estos tesoros, debidos á la aplicación y á la constancia de tantos sabios alejandrinos,
fueron pasto de las llamas, la biblioteca de los Tolomeos se componía de 900,000 manus-
critos.
Todos los ramos del saber fueron en el Museo cultivados; impulsadas todas las disciplinas:
trascendental; lo que tuvo mayores consecuencias, fué lo que se
pero lo más importante y
hizo en el campo de la gramática; de la filología, tal cual hoy comprendemos esta rama del
saber, y de las ciencias naturales. A los esfuerzos y vigilias de los alejandrinos somos
deudores de la conservación de los tesoros de la literatura griega, no teniendo porque enca-
recer el grandísimo influjo que la misma ha ejercido en la cultura del Occidente. Por lo que
concierne á las ciencias naturales, no cabe desconocer que el brillante desarrollo que en
nuestro tiempo han alcanzado, es debido en gran parte á las tradiciones y sobre todo al
método establecido por los sabios de Alejandría. En suma, la restauración de las ciencias
no ha sido en rigor otra cosa más que la restauración de los cánones alejandrinos.
Gozábanse los Tolomeos en el trato con los eruditos, y esforzábanse en reunir en el
Museo á todos los hombres superiores en saber que existían en aquellos tiempos. Se han
conservado diferentes cartas atribuidas al célebre poeta cómico de Atenas, Menandro, yá
, su querida, que dan testimonio de ello. Una existe en la cual el poeta se expresa en
Glicera
estos términos: «He recibido de Tolomeo, rey de Egipto, varias misivas, por medio de las
cuales con regia liberalidad, me ofrece montes de. oro, y me invita, con mucho encareci-
miento lo mismo que á mi amigo Filemon. Éste hará lo que mejor le parezca; por lo que á
á nadie pido consejo: sólo tú, Glicera mia, has de ser ahora, como has sido siempre,
mí toca
mi consejo areopagita, mi Heliea, mi todo.» A cuyas frases contestó Glicera: «En cuanto
EGIPTO. TOMO I.