Page 36 - Egipto Tomo 1
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ALEJANDRIA ANTIGUA
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muchedumbre, desfilaban unas en pos de otras, como en tiempo de los reyes nacionales,
las imágenes de los diosos v de los faraones egipcios, \ en pos de ellas las de los habitantes
del Olimpo, y las de los príncipes macedonios Alejandro el Grande, Tolomeo Sóter, y su
hijo Filadelfo. Con el propósito de aumentar el regocijo y la animación, celebrábanse
juegos y justas de destreza en las cuales se galardonaba á los vencedores y hasta al mismo
rey con coronas de oro. De ocho á doce millones de pesetas gastaron los Tolomeos en un
solo dia, con ocasión de una do estas fiestas. De aquí puede deducirse lo enorme de las
,
sumas que debían invertir en el sosten de sus flotas — sólo en el lago Mareotico tenían
anclados ochocientos bajeles del Vilo, ricamente exornados,— de su ejército, de la córte,
del Museo v de la Biblioteca.
No hav dinastía alguna de aquellos tiempos que en abundancia de riquezas, y en saber
emplear con provecho sus tesoros pueda compararse con la de los Lagidas, especialmente
durante la época de los primeros Tolomeos.
Tolomeo Sóter, al principio como virey ó gobernador de Alejandro II, más tarde en su
calidad de soberano independiente, fué el iniciador de los magníficos edificios del Bruchium,
la mayor parte de los cuales completó ó terminó su hijo Filadelfo. En el adorno de su
palacio fué parco sobre todo encarecimiento, haciendo con ello buena la máxima que profesaba
de que, ántes que á sí propio, debe un rey enriquecer á los demás. Era un soberano enérgico,
sobrio é inteligente, pudiendo decirse de él que echó los cimientos de todas las instituciones
v las bases de cuantos edificios habían de contribuir á la grandeza de Alejandría, con la
circunstancia de haberse transmitido hasta á los más abyectos y depravados de sus sucesores
aquella su ingénita inclinación á fomentar las ciencias y las artes.
Secundando las miras de Alejandro, dejó á los egipcios sus antiguas leyes y sus creencias
religiosas, y los mantuvo en la obediencia por medio de colonias militares; y acaso habría
conseguido, y si no él, sus descendientes, despertar en todo el valle del Nilo la vida y el
espíritu helénicos, si con la mira de mantener pura la sangre de los colonos, no hubiese
privado del derecho de ciudadanía á los hijos provenientes de casamientos mixtos. Ello es que
con existir en Alejandría muchísimas familias no griegas, es decir, de origen bárbaro, la
asamblea del pueblo era invariablemente llamada con el nombre de «Varones macedónicos.»
Pero en lo que Sóter puso especial atención fué en el fomento del comercio. A este efecto
ensanchó y mejoró los puertos de la ciudad; llamó de la Fenicia ocho mil constructores de
buques, é importó muchísimos cedros del Líbano para emplearlos en las construcciones
navales. La falta de moneda, elemento mercantil completamente desconocido de los antiguos
egipcios, que saldaban sus transacciones dando al peso anillos de oro fundidos á este
propósito, desapareció merced al acuerdo del soberano que, inspirándose en el ejemplo que
le ofrecían los diversos estados de la metrópoli helénica, mandó acuñar en Alejandría
monedas de oro, de plata y de cobre, tan acabadas y tan perfectas bajo el punto de vista
del trabajo y de la ejecución, especialmente las de metales preciosos, que por los bustos
que en ellas campean, retratos acabadísimos todos ellos, puede decirse que conocemos á los