Page 442 - Egipto Tomo 1
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gallardo alminar, y en los encantos de su puerta de entrada
como pocas original. Sírvele de vestíbulo una vasta sala,
circundada por almenado muro, que á semejanza de lo que
acontecía con los aposentos análogos de las demás mezquitas
durante la dominación de los sultanes anteriores, parece
haberse destinado desde el tiempo de Kait—bey para las re-
cepciones solemnes de personajes de alto rango, para dar
audiencias en las grandes festividades y para dispensar desde
ella la justicia. A ambos lados de la puerta corre un banco
de piedra sobre el cual se extendian muelles tapices, y en
ellos tomaban asiento los altos dignatarios del Estado. En el
fondo veíase erigido el trono del sultán, sobre un estrado al
cual conducían diferentes gradas que guardaban dos hileras
de mamelucos provistos de
relucientes armas. La dis-
posición arquitectónica del
conjunto, recuerda la de la
mezquita de Hasan: un de-
talle debe notarse sin em-
bargo , que no existe en
aquella , y que consiste en
una linterna de madera
que cubría el patio central,
ADORNOS ANGULARES DE LA MEZQUITA SEPULCRAL al través de cuyos ingenio-
DE KAIT—BEY
sos calados penetraba en
el interior una luz tenue y suave y un aire puro y embalsa-
mado. Desgraciadamente se vino al suelo hace algunos años;
mas aún careciendo de tan bello remate, es tal la impresión
de perfecta armonía resultante de la bien hallada proporción
de las cámaras interiores, que la mezquita que nos ocupa
viene á ser uno de esos sitios singularmente agradables, que
no basta con examinar una vez sola, sino que se visitan con
el mayor placer dos y tres y más veces, impulsados por el
deseo de contemplar la forma elegante de sus arcos y de sus
bóvedas, la suavidad de sus líneas , lo elegante y fantástico de
una ornamentación simplicísima, sin relieves, y que con estar
reducida á superficies planas cautiva poderosamente al obser-
vador. A pesar de lo dicho pocas veces se ve á un fiel arro-
si por
dillado sobre el marmóreo pavimento de la mezquita :