Page 443 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 443
tendré una gran alegría el día en que los primos se vayan a vivir
a la Granja.
—¿Así que se instalan en la Granja?
—En cuanto se casen —repuso la señora Dean —, y piensan
casarse el día de Año Nuevo.
—¿Quién se queda a vivir aquí?
—Pues José, y acaso un mozo para acompañarle. Se arreglarán
en la cocina, y cerraremos el resto de la casa.
Yo comenté:
—A disposición de los fantasmas que quieran habitar en ella,
¿no?
—No, señor Lockwood —contestó Elena, moviendo la cabeza. —
Yo creo que los muertos reposan en sus tumbas; pero, sin
embargo, no se debe hablar de ellos con ligereza.
En aquel momento crujió la verja del jardín. Los paseantes
volvían a casa.
Cuando se detuvieron en la puerta para mirar una vez la luna —
o, más exactamente, para mirarse el uno mas al otro, a la luz
luna —, sentí otra vez un irresistible impulso de marcharme. Así
que, deslizando un pequeño recuerdo en la mano de la señora
Dean, y desoyendo sus protestas por la brusquedad con que
marchaba, salí por la cocina mientras los novios abrían la
puerta del salón.
443