Page 45 - Ominosus: una recopilación lovecraftiana
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libres del típico mantillo y las inevitables incrustaciones. No hay esponjas ni

               pepinos de mar a la vista, tampoco estrellas de mar, y hasta la omnipresente
               nieve  marina  se  ha  desvanecido  salvo  por  unos  pocos  copos  perdidos  a  la
               deriva.  Entonces,  la  piedra  ancha  y  plana  a  la  que  se  suele  denominar  «la
               piedra delta» queda a la vista. Y esto no es como lo de la cara en la superficie

               de Marte o como Von Daniken imaginando antiguos astronautas en artefactos
               mayas.  La  δ  minúscula  labrada  en  la  losa  es  inconfundible.  Los  bordes
               aparecen tan marcados y definidos que podría haber sido grabada ayer.
                    El Tiburón II flota sobre la piedra delta, arrojando luz en ese lugar oscuro

               y  sé  lo  que  viene  después,  así  que  me  siento  muy  quieto  y  cuento
               mentalmente  los  segundos.  Cuando  he  contado  hasta  treinta  y  ocho  la
               perspectiva de la cámara gira bruscamente a la derecha, a causa de un impacto
               a babor, y un instante después solo hay estática, ruido blanco y doce segundos

               vacíos en la cinta durante los cuales la cámara siguió funcionando pero sin
               grabar.
                    Conté hasta once antes de apagar el televisor y después me quedé sentado
               escuchando el viento y las olas rompiendo contra la playa, esperando a que mi

               corazón dejara de latir a cien por hora y que se me secara el sudor de la cara y
               las palmas de las manos. Cuando tuve claro que no iba a vomitar, pulsé un
               botón y el vídeo escupió la cinta. Lo devolví a su estuche de plástico azul
               marino y me quedé fumando y bebiendo, incapaz de pensar en algo que no

               fuera Jacova.



                                                            §


               Jacova Angevine nació y creció en Salinas, en la enorme casa victoriana de su

               padre, a solo un par de manzanas de donde nació John Steinbeck. Su madre
               murió cuando tenía ocho años. Jacova no tenía hermanos y sus parientes más
               cercanos por parte de madre y de padre estaban todos en el este, en Nueva

               Jersey,  Pensilvania  y  Maryland.  En  1960  sus  padres  se  trasladaron  a
               California, solo unos meses después de su boda, y su padre aceptó un trabajo
               de  profesor  de  literatura  en  Castroville.  Después  de  seis  meses,  dejó  ese
               trabajo por otro, solo un poco mejor pagado, en la ciudad de Soledad. Aunque
               tenía un doctorado en Literatura Comparada de la Universidad de Columbia,

               Theo Angevine no parecía albergar especiales ambiciones académicas. Había
               escrito  varias  novelas  en  la  universidad,  aunque  ninguna  de  ellas  había
               llegado  a  ser  publicada.  En  1969,  cuando  su  mujer  estaba  embarazada  de

               cinco meses de su hija, renunció a su puesto en el instituto de Soledad y se



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