Page 172 - La sangre manda
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14 de diciembre de 2020
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Holly preveía otra noche revolviéndose en la cama, pero duerme de un tirón
hasta que la alarma del móvil («Orinoco Flow») la despierta con suavidad. Se
siente descansada, otra vez la de siempre. Se pone de rodillas, lleva a cabo sus
meditaciones matutinas y después se acomoda en su pequeño rincón del
desayuno para tomarse un bol de avena, una taza de yogur y un gran tazón de
té Constant Comment.
Mientras disfruta de su pequeño ágape, lee el periódico en el iPad. La
noticia de la bomba en la escuela Macready ha pasado de la primera plana
(dominada, como de costumbre, por las estúpidas chiquilladas del presidente)
a la sección de información nacional. Eso es porque no hay novedades. Más
víctimas han recibido el alta en el hospital; dos niños, uno de ellos una
promesa del baloncesto, continúan en estado grave; la policía sostiene que
está siguiendo diversas pistas. Holly lo duda. No se habla de Chet Ondowsky,
y él es la primera persona en quien ha pensado cuando las notas agudas de
Enya la han instado a despertar. No en su madre, no en su tío. ¿Estaba
soñando con Ondowsky? Si es así, no lo recuerda.
Sale del periódico, abre Safari e introduce «Ondowsky». Lo primero que
averigua es que su nombre de pila real es Charles, no Chester, y colabora con
la emisora filial de la NBC desde hace dos años. Su especialidad declarada es
una encantadora aliteración: crimen, comunidad y fraude al consumidor.
Aparecen numerosos vídeos. Holly hace clic en el más reciente, titulado
«La WPEN da la bienvenida a Chet y a Fred a su regreso a casa». Ondowsky
entra en la sala de prensa (con un traje nuevo), seguido de un joven que viste
una camisa a cuadros y un pantalón caqui con enormes bolsillos a los lados.
Los recibe con una salva de aplausos el personal de la emisora, tanto los
locutores como el resto del equipo. En total son unas cuarenta o cincuenta
personas. El joven —Fred— sonríe. Ondowsky reacciona con sorpresa, que
enseguida da paso a una satisfacción oportunamente modesta. Incluso aplaude
a sus compañeros en respuesta. Una mujer vestida de manera impecable, tal
vez la presentadora de un noticiario, da un paso al frente. «Chet, eres nuestro
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