Page 375 - La sangre manda
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estar siempre presentes en los escenarios de tragedias horrendas: accidentes
de avión, matanzas a tiros, atentados terroristas, muertes de celebridades. Esas
noticias casi siempre encabezan los informativos locales y nacionales; todo el
mundo en el medio conoce el axioma de que la sangre atrae a las audiencias
o, por así decirlo, que la sangre manda. El relato quedó sin escribir porque
alguien tenía que seguir la pista al ser sobrenatural que se presentaba como
corresponsal televisivo y vivía de la sangre de inocentes. No se me ocurría
quién podía encargarse de esa tarea. De pronto, en noviembre de 2018,
comprendí que tenía la respuesta ante mis narices desde hacía tiempo: Holly
Gibney, por supuesto.
Adoro a Holly. Así de sencillo. En principio debía ser un personaje
secundario en Mr. Mercedes, no más que un extra estrafalario. Pero me robó
el corazón (y casi me robó el libro). Siempre siento curiosidad por saber qué
está haciendo y cómo le van las cosas. Cuando vuelvo a ella, veo con alivio
que todavía toma su Lexapro y que sigue sin fumar. También siento
curiosidad, para ser sincero, por las circunstancias que la convirtieron en lo
que es, y pensé que podía indagar un poco al respecto…, siempre y cuando
complementara el relato. Este es el primer viaje en solitario de Holly, y confío
en haberle hecho justicia. Deseo expresar mi agradecimiento en particular al
experto en ascensores Alan Wilson, que me dio a conocer cómo funcionan los
ascensores modernos informatizados y todo aquello que podía fallar en ellos.
Obviamente, tomé esa información y (ejem) la adorné, así que si el lector
entiende de eso y considera que me he equivocado, la culpa es mía —y de las
necesidades del relato— más que de él.
El difunto Russ Dorr trabajó conmigo en «El teléfono del señor
Harrigan». Fue nuestra última colaboración, y lo echo mucho de menos.
Merecen también mi agradecimiento Chuck Verrill, mi agente (a quien le
gustó especialmente «La rata»), y todo mi equipo de Scribner, incluidos (pero
no solo) Nan Graham, Susan Moldow, Roz Lippel, Katie Rizzo, Jaya Miceli,
Katherine Monaghan y Carolyn Reidy. Gracias a Chris Lotts, mi agente de
derechos extranjeros, y a Rand Holston, de Paradigm Agency en Los Ángeles.
Se dedica a los derechos para el cine y la televisión. Muchísimas gracias
también —y muchísimo amor— a mis hijos, mis nietos y mi mujer, Tabitha.
Te quiero, cariño.
Por último pero no menos importante, gracias a ti, Lector Constante, por
acudir a mí otra vez.
STEPHEN KING
13 de marzo de 2019
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