Page 209 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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M itos griegos e H istoriografía A ntigua                    223
     creyentes dejó a éstos reducidos a una masa temerosa y obediente al
     poder recién instituido que actuaba sobre los hombres en nombre de
     Dios. Y eso era cierto, porque estaba totalmente asumido. ¿Puede ha­
     llarse una mayor inferencia entre ideología y pragma (historia)?
        Orosio, en Adversum paganos, escrita entre los años 416 y 417, es­
     tablece un sincronismo entre historia sagrada e historia profana72  so­
     metiendo todos los actos y acontecimientos aun «juicio divino», soste­
     niendo criterios ya enunciados por Eusebio, Juan Crisóstomo, Prudencio,
     Ambrosio y Jerónimo, favorables a la creación de un Imperio Cristiano
     como instrumento divino contra el caos.73 Ello significa el afianzamiento
     y unidad ideológica de la historiografía cristiana frente a la pagana cada
     vez más escasa. En Occidente, hombres de origen aristocrático como
     Rutilo confiaban todavía en una Roma aeterna. A mediados del s. V el
     historiador Zósimo escribía en Oriente su Historia Nova; y en Occiden­
     te, Prisco;74 contemporáneamente, entre 400 y 450 Salviano de Marse­
     lla escribe De gubernatione Dei. La obra agustiniana, al tiempo que
     cierra la Edad Antigua, hace de bisagra y se proyecta hacia el medievo
     como arquetipo político y doctrinal.75
        La historiografía cristiana es cronológicamente consecuente pero
     no es efecto de anteriores postulados historiográficos.  Más que una
     reacción contra la noción pagana de tiempo es la afirmación de una
     temporalidad distinta, contraria a la noción de tiempo pendular, cícli­
     co, recurrente, etcétera. Como una seña de identidad, más que una ideo­
     logía, la historiografía cristiana actúa como instrumento de difusión de
     su pensamiento filosófico y religioso. El judaismo se había desligado
     del cristianismo a pesar de que en su origen compartían similar noción
     de temporalidad ad futurum y trascendente; aquél (el cristianismo),
     ecléctico y decididamente práctico, supo acomodarse a un nuevo orden
     político, cuya consistencia residía en la combinación de poder político,


      72 Ya presente en Daniel, II, 31 -45 y en Trogo Pompeyo. En otro sentido, R. Urban, «L’Historiae
        Philippicae bei Pompeius Trogus», Historia,  31,  1982, 82-96. Ver también, M. Espadas
        Burgos, La periodization de la historia romana. Madrid 1961, 111  ss.
      73 Oros. Hist. V, 2; VI, 22,8.
     74 Fernández Ubifla, op. cit. 31.
      73 H.I. Marrou, Saint Augustin et la fin de la culture Antique, Paris 1949; P. Brezzi, «L’influenza
        di Sant’Agostino sulla storiografia e sulle dottrine politiche delMedievo», Humanitas, IX,
        1954, 977-989; G. Puente Ojea, op. cit., 311 ss.; y M. García Pelayo, El reino de Dios,
        Arquetipo Político (estudio sobre las formas políticas de la Alta Edad Medid), Madrid
        1956.
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