Page 207 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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M itos griegos e H istoriografía A ntigua                    221
     según la came (terrenus) y según el espíritu (caelestis).64  Para Agustín
     la historia es la marcha de la humanidad a través de los tiempos con una
     visión trascendente de las causas ejemplares,65 y sobre todo de los des­
     tinos; un destino histórico sobrenatural después de la «gran caída», el
     pecado, restituido con la redención de Cristo.66
        Subyace en la obra agustiniana, respecto al tiempo histórico, la idea
     de una renovatio temporum, una «renovación» de orden filosófico.
        El mundo romano, en el ámbito del pensamiento, es heredero del
     mundo filosófico griego. El cristianismo también, con la particularidad
     de que, haciendo lo que yo llamaría un «puente en el tiempo», pretende
     enlazar con el pensamiento griego ignorando la realidad y la historia
     romana de donde surgió el propio cristianismo. La dialéctica de los
     intelectuales cristianos exhibe un discurso griego para combatir a paga­
     nos griegos en el cuadrilátero de las teorías.
        Serge Lancel, aunque desde la óptica cristiana actual, y por tanto
     parcial respecto a la valoración de la obra agustiniana, ha resumido así
     el sentido del tiempo histórico en Agustín:

              El principio de un mundo increado, a la vez eterno y periódico, metafísica-
           mente discutible, era incompatible con la noción judeo-cristiana, surgida de la
           revelación, de una historia humana progresiva y finita. Igual que la aventura
           individual sobre esta tierra sólo se juega una vez y todo acontecimiento tiene
           su fin, así, del mismo modo, se cumplen los finales de los tiempos humanos,
           llegando a su término. La historia de la humanidad se despliega como un vasto
           tríptico, cuyo panel central es la Encamación de Dios hecho hombre, la kénosis,
           su pasión, seguida de su gloriosa resurrección: pocos años, en realidad, de un
           periodo de inmensa duración, pero que dan al conjunto todo su sentido: ser
           una historia de salvación. A una y otra parte del panel central hay dos amplias
           secuencias temporales, de las cuales sólo la primera se acaba y es histórica­
           mente perceptible en su totalidad. El obispo (Agustín) las divide en «edades»,
           pero edades históricas, no míticas ya, en la marcha paralela y «mezclada a

     64 Civ. Dei. XVI, 43,3; De verarelig. 26,48-49; De gen. contr. manich. 1,23,39; Enarrationes
        in Psalmos 38, 9; 62, 6; 92,1; De divers, quaest. 83, 44 y 58,2. Donde aparecen con más
        precisión las seis edades en De gen. contra manich. I, 23 y 35-41.
     65 R. Gillet, «Temps et exemplarisme chez Saint Augustin», Augustinus Magister, II,  1954,
        933-941; y R. Flórez, «Temporalidad y tiempo en la Ciudad de Dios», CD, 167-1 (1954,
        169-186.
     66 G. del Estai, art. cit. 241, y J. Straub, «Augustinus Sorge und die regeneratio Imperii das
        Imperium Romanum als civitas terrena», Hist. Jahrb.,  73,  1954, 36-60, y W. Kamlah,
        Christetum und Selbsbehauptung,  historische und philosophische  Untersuchungen zur
        Entstehung des Christemtums und zu Augustinus «Bürgerschaft Gottes», Frankfurt, 1940.
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