Page 273 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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Se trata del Eros victorioso, el auriga vencedor del juego circense
supremo de la vida.
No faltan imágenes explícitas de Eros en relación con los juegos de
circo y de anfiteatro. Un entalle lo muestra junto a Némesis {LIMC
Am.669). Pero la relación de Eros con la muerte en los juegos de circo
y la conducción de las almas al Más Allá está explícita y magnífica
mente ilustrada en tres relieves funerarios, que comento brevemente:
a) Estela de mármol. Museo de Tesalónica. Datada en los siglos II-
ΠΙ d.C. Dentro de una tosca arquitectura de templo aparece una gran
figura de Eros alado, que sostiene en su mano derecha una antorcha
funeraria, hacia abajo. El extremo inferior, prendido, toca la parte su
perior de un pequeño altar en el suelo. En ese mismo lado, como sus
pendida en los vapores de la llama, se yergue una Victoria sobre una
esfera. Eros sostiene otra esfera en la mano izquierda, y sobre el ante
brazo dobla el manto que viene cruzándole el pecho. El frontón de la
estructura templaría también acoge la figura de una esfera. La cara alisada
del plinto recibe una inscripción en griego alusiva al difunto: «Helenos
a su querido hijo Neikéros» (LIMC, Er. 981).
tí) Altar de mármol, procedente de Tesalónica, en cuyo museo ar
queológico se conserva. Misma datación que la pieza anterior. En la
cara anterior se representan dos imágenes de Eros funerarios, separa
dos por un plano horizontal muy marcado que constituye el suelo sobre
el que se muestra, en pie, una de las dos imágenes: Eros alado con una
antorcha en la mano derecha, con la llama apuntando al suelo en señal
de dolor. En el registro inferior, Eros dormido apoya la cabeza sobre
una de sus manos (LIMC, Er. 982).
c) Estela funeraria, de mármol, procedente de Patras. Idéntica
datación. La imagen es singular. Eros tiende una palma a un gladiador,
y tiene una corona en la otra mano. La escena es claramente alusiva a la
otorgación de trofeos a un vencedor. Pero es una metáfora, pues el gla
diador está muerto; es el difunto. Se trataba sin duda de un buen lucha
dor, como avalan las once coronas de victoria que se esculpen al lado
derecho. Para mí, lo más importante es que la escena se desarrolla en el
Más Allá. Es un ser divino, Eros, el que recibe al difunto. Eros, en este
caso, no es otro que la transposición del propio hijo del gladiador, pues
así reza la inscripción en lengua griega: «Trypheros, primera categoría,
(ha superado) once combates. Alexandras a su padre, como recuerdo»
(LIMC, Er.983).