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El Garbanzo Verde
telas de color azul y le pusieron una corona muy brillante. Ella, sobre el escenario, orgullosa y feliz de
hacer aquella representación tan especial interpretó la canción de su colegio:
Que viva mi Cristo,
que viva mi Rey,
que viva Cristo Rey [...]
Hoy, a sus ochenta y dos años, conserva muy gratos recuerdos de su paso por aquel colegio. No olvida
los nombres de las dos maestras que la enseñaron todo desde los siete hasta los trece años. Sor Estrella,
imponente por su semblante serio y su gran estatura y corpulencia, era sin embargo muy buena y se
preocupaba mucho por todas las niñas. Sor María, la directora, también muy bondadosa y compasiva
con las alumnas. Las dos fueron pilares fundamentales para mi abuela y regaron de enseñanzas sus años
de la infancia.
Mi maravillosa abuela disfrutó inmensamente de esta época de su vida. En su rostro, marcado por el
paso del tiempo, se dibuja una sonrisa cuando encuentra los recuerdos de su niñez y sus ojos reflejan lo
feliz que fue.
MENCIÓN
AUTORA: ANA ISABEL DE LUCAS JIMÉNEZ
NIVEL II- GRUPO 5-BRUNETE
CATEGORÍA: ADULTOS
“LA ESCUELA DE MIS ABUELOS “
Que lejos queda esa época, la época en que mis abuelos iban al colegio, no tenía nada que ver con la
escuela que hoy en día conocemos, las aulas eran comunitarias, en algunos colegios todos los cursos
estaban juntos, ponían a los pequeños delante y a los más mayores detrás, las clases se impartían para
todos a la vez, pero a cada uno en su grado. Algunas veces los alumnos más mayores y que tenían un
nivel bastante más avanzado eran los que se encargaban de dar clase a los niños más pequeños o a los
más “zopencos”.
Las aulas solían ser frías debido a la falta de sistemas de calefacción, el único medio que se empleaba y
no en todas las escuelas era una estufa de carbón , los pupitres eran de madera y a la vez muy pesados ya
que iban unidos al asiento, aparte de que lo normal era que fueran para dos o en ocasiones tres alumnos,
era raro el que no se rompía el pantalón o enganchaba el jersey con ese dichoso clavo mal clavado o
saliente en el asiento desgastado. En el aula era muy frecuente encontrar colgado un crucifijo de madera
descolorida junto a la pizarra, una bola del mundo con la que solían posar los alumnos en las fotos de la
época acompañado de una gran enciclopedia con caras de intelectuales, la bandera de España, jamás
faltaba el cuadro con la foto del actual gobernante, un atril y algún que otro estante polvoriento cargado
de viejos y pesados libros.
En aquella época no todos tenían el privilegio de acudir al colegio andando, únicamente los que vivían
en los pueblos de mayor tamaño y que contaban con escuela, ya que los alumnos de las pedanías
cercanas con pocos habitantes que no tenían centro de enseñanza no les quedaba más remedio que