Page 13 - El garbanzo verde nº5
P. 13
12
El garbanzo verde
Raúl coincidió con Vincent Belaubre cuando asfalto y que le obligan a luchar por cada
competían en la categoría amateur. “El Rocín” centímetro. Decide apoyarse en el dolor para
lo ganaba todo y, a sus veinticinco años, era dar otra zancada. Y después otra y luego otra,
considerado ya el próximo Rey del Triatlón. hasta el final. Entonces recuerda a su padre.
“Hoy es a vida o muerte, hijo. Él o tú. El que
Su padre, que en un principio se mostró gana, vive”.
desdeñoso hacia aquel deporte, acabó por
entregarse de una manera casi obsesiva. Al pasar junto a su padre cierra los ojos,
rendido. Y entonces oye un golpe seco, un
Belaubre no destacaba demasiado en aquellos estampido. “Me he roto por dentro”, piensa.
primeros años, y cuando ambos dieron el salto a Siente el sudor de Belaubre golpearle en la cara,
la categoría Élite, solo de “El Rocín” se denso y tibio, y le impregna un olor metálico
esperaban grandes éxitos. Sin embargo, que no alcanza a entender.
Belaubre ganó el Campeonato en su primer año,
arrebatándole la victoria a “El Rocín” en la Cuando abre de nuevo los ojos, se encuentra
última prueba. El siguiente año, pese a que Raúl con la cinta que debe atravesar el vencedor.
ganó varias de las carreras de las Series Y la cinta está intacta. Belaubre no ha
Mundiales, Belaubre volvió a ganar y “El llegado. Raúl adelanta su mano derecha, toca
Rocín” terminó hundido y frustrado ante la la cinta para asegurarse que es de verdad y cruza
superioridad de su rival. en primera posición. Escucha por fin los
gritos de júbilo del público celebrando su
Cuando tras calzarse las zapatillas de correr, victoria. Pero no, son gritos de espanto.
inicia la carrera, “El Rocín” sabe que va a Cuando se da la vuelta, ve un cuerpo que se
ganar. Vuela sobre el asfalto y los metros encuentra tendido en el suelo boca abajo, a casi
pasan bajo él a gran velocidad. Se sorprende cien metros de él.
cuando ve la pancarta de último kilómetro y
busca a su padre entre el público, en el A la izquierda, junto a la valla, su padre sostiene
margen derecho, como siempre, a cien metros una pistola en la mano y le mira con
de la meta. Tiene que estar eufórico, piensa. satisfacción. Belaubre permanece inmóvil en el
Pero no lo está. En su rostro no se atisba suelo y alrededor de su cabeza se extiende un
felicidad, sino preocupación, alarma. Y charco de sangre.
entonces lo comprende. Ya no hace falta
mirar atrás, casi puede sentir su aliento. ¿Cómo “El Rocín” continúa de pie junto a la meta,
es posible? ¿Cómo demonios ha podido correr atónito, observando alternativamente a su
tanto? padre y al francés. Poco a poco su expresión va
cambiando. Al fin sonríe. “He ganado”.
De pronto es consciente del enorme peso de sus
piernas, dos yunques que anhelan hundirse en el