Page 15 - LACORRETAEXPRESION
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No se trata aquí de vapulear a nadie, porque todos cometemos errores, incluso cuando

           tenemos la responsabilidad de educar, pero sí de que todos tomemos conciencia del grave
           problema de deterioro de nuestra lengua, y de la obligación del Estado, de la Sociedad, de

           las Academias, del Ministerio de Educación y Cultura, de las instituciones responsables,
           de los profesionales que usamos diariamente la lengua en las aulas, en los foros públicos

           o  periodísticos,  de  preservar  este  inapreciable  bien,  clave  e  instrumento  de  nuestra
           identidad como pueblo.



           “¡A golpes con la lengua!”, José Luis Rozalén-Agustín Calvo.



           Ahora  los  nuevos  periodistas  llegan  a  los  medios  informativos  con  una  cultura  más

           audiovisual que literaria. (…). El vocabulario de las personas se reduce paulatinamente, lo

           que redunda en que también disminuyan sus ideas. Ha dicho el escritor Francisco Ayala:
           ‘La costumbre de recibir información a través del televisor está apartando a mucha gente

           de la práctica de la lectura, pero no menos cierto es que la pérdida del hábito de leer, a
           que  la  invasora  información  audiovisual  induce,  tiene  por  efecto  la  atrofia  de  las

           capacidades imaginativas y de las capacidades raciocinantes. Las nociones absorbidas

           por la vista, acompañadas o no de un mensaje auditivo, tienen un carácter sensorial directo
           y tienden a provocar en el sujeto una reacción inmediata, quizá mecánica e irreflexiva, en

           contraste  con  las  nociones  adquiridas  a  través  de  la  escritura,  que  exigen  elaboración
           mental  por  parte  del  lector,  activando  así  sus  potencias  discursivas,  estimulando  su

           conciencia crítica y obligándoles a transformar en imágenes de propia creación los signos
           del lenguaje’.

            (…) Ya nadie distingue los pájaros, nadie diferencia el gorjeo de un gorrión del silbido de

           un mirlo, ni un hayedo de un robledal, ni un endrino de una encina. Los intelectuales pierden
           peso en la sociedad, y lo ganan los cantantes, los presentadores de televisión y los hijos

           de los anteriores. El gran vínculo de las masas no son ya las novelas donde brillan las
           palabras, sino el cine y la televisión, donde se deforman.



           Defensa apasionada de la lengua española, Álex Grijelmo.
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