Page 12 - LACORRETAEXPRESION
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7º.  Dejamos para el final el uso y abuso de los neologismos. No cabe duda de que parejo

           con el progreso y los inventos se crean palabras que designan esas nuevas realidades y
           objetos. Además la lengua es un ser vivo, que no sólo ha modificado el significado de

           algunas  palabras  (“nimio”,  “loro”...)  y  ha  condenado  a  otras  al  ostracismo  (“uebos”,
           “trébedes”...),  sino  que  siempre  ha  recibido  nuevas  palabras,  desde  las  americanas

           “patata” y “tabaco”, a las europeas “piano, bayoneta”, o las peninsulares “pizarra, faena...”
           Hoy el origen de las nuevas  palabras, los neologismos, proceden mayormente del inglés.

           Pero,  ¿qué  actitud  tomar  ante  el  masivo  e  indiscriminado  uso  de  los  neologismos?  El

           profesor Lázaro Carreter se ha referido a la conveniencia de aceptar y usar sólo aquellos
           que sean necesarios, aquellos neologismos que designan realidades y objetos nuevos, y

           nunca  esos  otros  que  con  su  uso  arrinconan,  por  desconocimiento  de  los  hablantes,
           infrecuentes palabras castellanas. Sería impropio decir: “Te recibí en el hall, nos tomamos

           un lunch y te deje un klenex para que te limpiases una mancha  de  mejilla, recién sometida
           a un lifting. Empezó a sonar una música con mucho feeling. Pero se interrumpió y en su

           lugar un comentarista aceleradamente  se refirió a la pool possition de Nieto y al handicap

           que resultaba para el Madrid la lesión de Roberto Carlos y del propio Míster”. Todos los
           aquí reseñados podrían ser sustituidos con facilidad por palabras castellanas. Y esto es

           sólo una muestra.

            Hay otra tendencia, más sutil pero igualmente transgresora, que consiste en la mención
           de una parte por el todo, o lo que es lo mismo, el uso y también abuso de las metonimias.

           Así, tomamos Danone en vez de yogures, saboreamos un jerez, en vez de una copa de un
           determinado jerez, algunos niños pronuncian perfectamente el inglés cuando piden corn

           flakes, en lugar de simples cereales, y así sucede con “el pásame el Bic” cuando en su
           lugar nos dan un no menos metonímico Pilot”.



           A modo de conclusión, quisiera insistir en algunas de las ideas expuestas anteriormente.
           Hablar  bien, o lo que es más preciso, hablar correctamente, sería:



                  ▪Adecuar el registro idiomático a cada una de las circunstancias contextuales en
           que se produzca el acto comunicativo.

                  ▪Conocer cuáles son los errores más frecuentes y cuáles son las opciones correctas.
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