Page 21 - 4 : El gran desafío
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III













                     El intercambio de ideas, a medida que avanzaba el diálogo, era más rico y nutritivo


              para  mi  investigación.  No  dudé  en  ahondar  en  un  hecho  fundamental  a  la  hora  de

              comenzar un proyecto audiovisual: los estudios de recepción.


                     Sin dudarlo, el primero en tomar la palabra fue Valerio Fuenzalida, quien considera


              fundamentales  y  centrales  los  estudios  de  recepción,  porque  muestran  con  detalle  la


              relación  que  tiene  el  televidente  con  la  programación.  Es  decir,  denuestan  que  cada


              género  televisivo  estructura  una  peculiar  y  compleja  relación  con  el  televidente,


              volviendo  a  su  teoría  principal  de  que  nos  relacionamos  más  afectivamente  que


              analíticamente con los contenidos, y que cada espectador es único.


                     Nuevamente,  Mario  Kaplun  coincidió  con  Fuenzalida  en  que  los  estudios  de  la


              recepción son necesarios, ya que es importante entender qué motiva a los espectadores,

              aunque para él es justo ahí donde se presenta un gran dilema. Los televidentes tienen un


              doble discurso y, por lo tanto, consumir televisión no siempre es satisfacción, pero la no


              satisfacción no implica abstención del consumo. Es decir que, son ambiguos (lo que


              hacen  no  coincide  con  lo  que  dicen)  y  a  pesar  de  ser  conscientes  de  estar  viendo


              contenidos de mala calidad, siguen viéndolos y colaborando con el rating. Acá hace un


              llamado de atención a los propios televidentes, exigiendo la necesidad de que éstos se


              tornen más críticos, ya que son quienes indirectamente determinan lo que la televisión

              ofrece.


                     En  las  antípodas  del  pensamiento  de  Fuenzalida  y  Kaplun,  Jesús  González


              Requena cree que la televisión consiste en una transcripción económica, donde el éxito


              de audiencia se traduce en beneficio económico. Es decir que el espectador no participa


              de un contrato comunicativo, sino que de contacto visual. Además, define a la audiencia













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