Page 23 - 4 : El gran desafío
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                     Mientras  escuchaba  las  posturas  de  estos  eruditos,  descubrí  que  sin  quererlo,


              llegamos  a  que  la  televisión  está  muy  relacionada  con  el  beneficio  económico.  El


              capitalismo llegaba a todos los aspectos de nuestra vida. Esto me llevó a preguntarles,


              como ya había mencionado Kaplun, sobre el rating.


                     Automáticamente Kaplun tomó la palabra y aseguró que el rating no es capaz de


              registrar  las  motivaciones  del  televidente.  Lo  define  como  un  tosco  barómetro

              mercadológico  que  mensura  únicamente  aparatos  encendidos  y  canales  sintonizados,


              excluyendo los motivos de consumo. Para él, las finalidades se resumen simplemente


              en tres motivos: la telepasión (voluntad de ver determinado programa), el tapa-agujeros


              (para desenchufarse y escapar de la rutina diaria) o el telón de fondo (como compañía).


              Por lo tanto, considera que es necesario imaginar nuevas estrategias de acercamiento al


              usuario.


                     Es  aquí  donde  Valerio  Fuenzalida  coincidió  con  Kaplun,  ahondando  en  que  el


              rating  supone  que  todos  tenemos  la  misma  mirada  de  la  televisión,  considerándolo


              generalista. En cambio, cree que hay que conocer a la audiencia, y para eso hay que

              estudiar  la  recepción,  ya  que  cada  individuo  reacciona  de  modo  individual  y  se


              relaciona con la televisión de un modo personal. Con esto, expone que no sirven los


              datos cuantitativos, sino que se deben buscar datos cualitativos.


                     No me llamó la atención que Jesús González Requena se oponga rotundamente a


              sus colegas anteriores. De forma impaciente, recordó que la televisión busca capturar el


              deseo  del  receptor  para  convertirlo  en  beneficio  económico.  Por  lo  tanto,  si  bien


              considera que el rating es un horror, es la única pauta que tiene la televisión para medir

              su éxito. Aquí coincidió con Kaplun en el hecho de que, lo que él llama el “audímetro”,













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