Page 116 - Abrázame Fuerte
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chico aprovecha para hacer otro tanto.
—¡Uuh! ¡Qué románticos! —exclama Nerea, que bebe la última.
—¡Mientes! —dice Silvia señalándola con el dedo.
—¿Yo? —dice la universitaria dejando el vaso en la mesa.
—¡No se puede hacer trampa! —se empeña la otra.
—¿Y cómo puedes saber si miento? —la desafía Nerea. No quiere que la
descubran.
—Bueno… Es lo que yo pienso… Has sido la última en beber, y te has
esperado demasiado…
—¡Momento de votar! —la ayuda Estela, lanzando una propuesta al aire—:
Que levante la mano quien piense que está mintiendo.
En un santiamén, todas las chicas levantan la mano. Marcos hace lo propio; al
final, este juego le está gustando y… David los sigue y levanta la mano con
timidez. Nerea se ruboriza.
—Este juego, como ves, parece de niñatas, pero no lo es —le suelta Silvia—.
Bueno… ¿De quién es el turno ahora?
—¡Mío! —Es Bea—. Yo nunca-nunca… ¡me he desnudado delante de una
persona del sexo contrario!
—Quieres decir un novio o rollo, ¿no? —pregunta Estela con los ojos
encendidos.
—Claro, compartir vestuario con chicos en los talleres de interpretación no
cuenta… —responde Bea. Las Princess ríen con ganas—. Va, ¿quién bebe?
Éste parece ser un momento clave del juego porque toda la mesa se queda
muda y quieta, y en algunas mejillas aparecen las marcas de un ligero rubor. A
lo mejor, a los ojos de los demás, quien beba puede parecer un vivalavirgen,
pero quizá si no beben, unos mojigatos.
La primera en beber es la propia Bea. Estela la sigue tímida. Todos se
sorprenden cuando Ana bebé también.
—No estarás mintiendo, ¿verdad? —le suelta Nerea, con ganas de meter
cizaña.
—No. —Ana parece convincente.
—Los hermanos o primos no cuentan, Ana, ¿verdad, Bea? —vuelve Nerea a
las andadas, que no quita ojo a la más pequeña de las Princess.
—¡Uy, pues es verdad, que eso no lo hemos especificado!… Así que los
primos y hermanos tendrán que valer, si fuera el caso —dice Bea, en claro gesto
de desprecio hacia la universitaria.
Silvia se ha quedado mirando su vaso, abstraída. Ese asunto le toca la fibra.
¡Aún no ha besado a nadie, y sus amigas ya hablan de desnudarse delante de un
chico!
—¿Estás bien? —le susurra Ana.
Silvia se recompone, como si la hubiesen despertado de golpe de un sueño.